JESÚS ROMERO, UN CORREDOR INQUEBRANTABLE
Dicen que las carreras difíciles te hacen un corredor más fuerte, y hay personas que nos recuerdan que nada es imposible cuando la meta es clara y tienes los elementos y la voluntad necesaria para llegar a ella. Nosotros tuvimos la fortuna de conocer y aprender de una de ellas, un hombre cuya resiliencia era infinita, Jesús Romero.
Su determinación no conocía límites, y cuando se planteaba un nuevo objetivo, ponía todo su empeño, amor y dedicación hasta lograrlo, una determinación que trascendió no solo a nivel personal o profesional, sino que también llegó a varias pistas de diferentes partes del mundo como México, EE.UU., Canadá y Europa.
Era tanto su amor por este deporte que lo contagió y compartió con otras personas, mismas que en este especial, nos dan su testimonio de cómo fue que llegaron a compartir alguna pista o entrenamiento con Jesús, recordándonos que su legado siempre perdurará.
Fabiola Campos
Yo fui una de las tantas personas que gracias a Jesús, inició a correr. Solía acompañarlo a cada carrera, lo veía desde el punto de salida, lo buscaba en kilómetros intermedios y lo recibía en la meta, siempre le tomaba fotos y le decía que jamás correría porque no le veía ningún “chiste”, me parecía algo de locos, además de cansado y aburrido. De cualquier manera él nunca quitaba el dedo del renglón para convencerme de aceptar y hacer mi primera carrera.
Mi motivación nació cuando se unió a un club de corredores con Dionicio Cerón, me encantó ese ambiente de camaradería y amistad que veía entre ellos, por lo que decidí decirle a Jesús que lo acompañaría a su próxima carrera en el Bosque de la Primavera, pero esta vez como corredora, él se emocionó muchísimo y recuerdo que un día antes de la carrera llegó a casa con una sorpresa para mí, de toda la vestimenta y tenis profesionales que yo necesitaría para “el gran día”.
Después de esa primera carrera vinieron muchas más, hasta el día en el que como siempre, con esa sonrisa que yo ya conocía y sabía que tramaba algo descabellado, llegó y me dijo: “quiero celebrar mi cumpleaños con un maratón, y de regalo, me gustaría que me acompañes a correrlo”. Yo, para serles honesta, más que emoción, sentí terror, ¿cómo Jesús pensaba que podría lograr algo así? Pero obviamente no pude negarme, y con esa misma emoción con la que él me preguntó, acepté cuando me planteó el escenario: “¿te imaginas correr en Roma? ¡Nuestro primer maratón!” Ese primer maratón fue increíble, vencer esa sensación de que aunque tu mente te diga que no puedes, y tus piernas duelan y quieran parar, tu fuerza de voluntad te haga continuar. Además de que todo mi ser, mente y cuerpo quería demostrarle que sí podía, porque de alguna manera, siempre me hizo sentir la plena confianza que él tenía en mí de que yo lo lograría.
Son recuerdos maravillosos, ir a su lado pasando por algunos de los puntos turísticos más conocidos, como la Fontana di Trevi, el Coliseo Romano, etc., ¡Fue la experiencia más increíble del mundo! Y lo mejor, es que me acompañó en todo momento, sé que quería cuidarme a cada kilómetro y se acopló a mi paso, aunque yo sabía perfectamente que él podría haber ido a su ritmo, obviamente más veloz que el mío.
Todos sus consejos para correr nuestro primer maratón, los “regaños” cuando veía que no me disciplinaba con el entrenamiento como debería, las recomendaciones de lo que no tenía que hacer y de lo que sí cuando llegaba algún dolor mientras corría, incluso de cómo tenía que respirar profundo para darle más oxigenación al cerebro, nunca creí que me servirían tanto durante todos los años en los que compartimos una familia y una empresa juntos. Y ahora es la respuesta a cada miedo, angustia, tristeza, preocupación o dolor. Por eso y mucho más, es que en su primer año luctuoso decidí que la mejor manera de recordarlo y agradecerle su existencia y enseñanzas, era hacer una carrera en su honor.
Diego Romero
Mi padre siempre me alentaba a que me “moviera” o hiciera algo por salud y buenos hábitos. Cuando tenía unos 19 o 20 años, decidí acompañarlo a correr 30 “minutitos”, que ya se imaginarán la eternidad que se sintió para alguien que nunca había corrido de esa forma.
Mencionaba que correr, por más corta o larga que fuera la distancia, era más una cuestión de voluntad y resistencia mental que física, porque la parte más difícil es luchar contra tu mente e ir en contra de ese “no puedo” que cruza tus pensamientos.
La primera carrera que hice fue con él, y al terminar sentí bastante satisfacción y alegría de completarla, tanto por mí como por él, porque nos demostré a ambos que fui capaz de hacerlo.
Ashanti Romero
Yo no solía correr hasta que observé a mi papá, al ver cuántos maratones corría y saber su edad y buena condición, me motivó a entrar a mis 25 años al mundo del deporte. Siempre me decía “nunca olvides respirar y concentrarte en tu carrera y no en la del prójimo; cada uno vive su carrera y proceso diferente”.
Cada que cruzo la meta se me salen las lágrimas, es una emoción abrumadora saber todo lo que tu cuerpo y mente fueron capaces de lograr.
Mi papá siempre será mi mayor ejemplo de valor, perseverancia y constancia, cada carrera que haga se la dedicaré siempre.
Alfonso Íñiguez
Cuando Jesús me invitó por primera vez a una carrera, le dije que no tenía ningún chiste, sin embargo, me dijo: “¿tienes miedo?, ¿no puedes?” Era como picar la cresta y animarme a demostrar lo contrario.
Gracias a su insistencia corrí con él un medio maratón en el Waterfront Marathon en Toronto, Canadá; en esa ocasión le dije que me inscribiría en el de 10 km, su respuesta fue: “¿vas a ir tan lejos para correr 10 km? No, métete al de 21”, así que no me quedó otra opción que correr 21 km.
Una vez que llegas a la meta, te sorprendes, ¡es una sensación inigualable! Son objetivos que si te los propones, los logras, y eso era lo que Jesús buscaba, ayudarte a plantearte retos en la vida y superarlos.
Jesús Morales
Mi incursión en el mundo de las carreras se dio cuando Jesús me dijo “ya te pagué la inscripción a la carrera de Nueva York, tú nada más prográmate para esta fecha porque nos vamos a hacer el maratón, ya no hay marcha atrás”, imaginarán mi reacción, asombro total, sin embargo, aún faltaban nueve meses aproximadamente para esa fecha y era tanto su entusiasmo, que acepté.
Algo que me encantó y por lo que también me gustó este deporte, fue por su acompañamiento, me involucró en absolutamente todo, desde ir a realizar una prueba para ver mi tipo de pie y pisada para elegir los mejores tenis, comprarnos un reloj juntos, y darme los mejores consejos para hacerlo de la mejor manera, era increíble poder salir con el tocayo esas dos o tres horas.
El día del maratón fue un cúmulo de sentimientos, por el reto que tenía y porque además, Jesús me recomendó armar una playlist con canciones que me recordaran a personas queridas, así en el camino me impulsarían para llegar a la meta, misma que cuando cruzas, es una sensación increíble.
Una de las cosas que me dijo y tengo grabadas, es que aproximadamente el 0.005% de la humanidad corre un maratón, y quien lo hace, es alguien que se disciplina, que hace muchas cosas para lograrlo, por eso le agradezco el haberme contagiado su pasión por correr, es una sensación muy padre saber que puedes romper tus límites e ir más allá, es algo que siempre voy a recordar y agradecerle.
Alonso Yerena
Jesús fue la primera persona que me invitó a correr, primero a intentarlo y después a animarme a hacer un medio maratón. Pensaba que no podría hacerlo, pero Jesús fue mi mentor en ese tema.
Le decía “no puedo”, un pensamiento que él ayudó a alejar de mi cabeza, así empecé y poco a poco fui aumentando mi número de kilómetros hasta que llegamos a Las Vegas.
En ese maratón no solo corrimos Jesús y yo, sino que también estuvo presente Verónica, Faby y sus papás (Maribel y Don Juan), y si hay algo que tengo que destacar, es que estuvo padrísimo, fue una experiencia y sentimiento increíble.
A Jesús solo le diría GRACIAS, por transmitir su pasión, por contagiarla y por haber sido el gran maestro y amigo que fue.
Verónica García
Empecé a correr gracias a Jesús, sin su insistencia no me hubiera atrevido jamás a superar mis límites. Era muy padre ver que en cada entrenamiento tenía avances considerables. Fue indescriptible poder entenderlo tan bien.
Recuerdo su guía y apoyo, que a pesar de la distancia, llamaba para aconsejarme y ponerme entrenamientos.
Algo que jamás olvidaré y que es el mejor consejo que alguien pudo darme en mis inicios en este deporte, ese fue el armar mi propia playlist, pero no solo mis canciones favoritas, sino con canciones que me recordaran a mis seres queridos o que ellos mismos me hayan recomendado, así me acompañarían mientras los kilómetros pasaban, algo que ayudaría a alejar a la mente del cansancio.
Rafa Romero
Cuando conocí a Jesús ya solía correr, así que cada que nos veíamos era uno de nuestros temas obligatorios de conversación.
En una edición de Gala decidimos inscribirnos al Maratón de Chicago, estábamos emocionados y cada uno empezó a entrenar por su cuenta; desafortunadamente, unos meses antes del maratón, Jesús me habló para comunicarme que se bajaba del barco por cuestiones de salud, le dije que no había problema, que pronto haríamos uno juntos.
Unas semanas después recibí la noticia de que Jesús había fallecido y decidí hacer ese maratón, lo haría en memoria de los tres Romero: mi papá Rafa Romero, mi hija Paulina Romero y por supuesto, de Jesús Romero.
El día de la carrera hablé con el comité organizador para que me entregaran su playera y su número, lo mejor, es que pude traerme su medalla. Fue una lluvia de emociones y sentimientos encontrados, crucé la meta llorando recordando a todos los Romero.
Yo corrí esa carrera por ellos, con ellos; así que si me preguntan si corrí un maratón con Jesús, la respuesta es SÍ, corrí el Maratón de Chicago con Jesús Romero.
Liz Camarena
Jesús fue una de las primeras personas que conocí en el medio turístico y fue algo increíble tener un hobby en común: correr.
Una vez en un FAM de Orlando, decidimos levantarnos muy temprano para ir a correr, ya que nos preparábamos para una carrera de 10 km (todo un reto para mí).
Recuerdo que él me dirigía en el camino, puso su reloj para ver los minutos y kilómetros que íbamos haciendo y me alentó muchísimo, sobre todo al final para cerrar a máxima velocidad y con toda la actitud y energía.
Tengo una satisfacción muy grande por haber entrenado con él, porque más que un coach, fue un amigo cuidándome de absolutamente todo. Amigo Jesús, siempre te llevo en mi corazón.
Adriana de la Torre
En una ocasión acompañé al grupo de Ad Nova Running Team a Jasper en Alberta, Canadá; entre ellos me inscribieron para hacer 5 km y Jesús me obsequió parte del equipo, ya que no llevaba nada y me dijo “¡Adri, anímate! Te va a gustar mucho y claro que vas a poder porque lo vas a disfrutar”.
Recuerdo que el día de la carrera me dijo “ve a tu ritmo y disfrútalo, esto es para ti, nos vemos al final”. Y una vez que crucé la meta, me emocioné muchísimo y el sentimiento fue como me dijo. Lo esperé para sacarle una foto a él llegando a la meta y me encantó ver su cara de felicidad y paz.
Ben Diaz
Coincidí en las carreras con Jesús cuando mi cliente me pidió que invitara a TO y medios especializados con corredores amateurs para darle cobertura al Rock & Roll Marathons en Las Vegas.
Invité a un grupo selecto de amigos corredores, entre ellos Jesús; así iniciamos el grupo Ad Nova Running Team y desde entonces corrimos en Las Vegas, así como en Jasper, Edmonton y Alberta en Canadá.
Él tenía varias frases clásicas durante las carreras, sobre todo aquellas relacionadas con el tema de resistencia que considero, era su principal fortaleza. Recuerdo una vez que corrí lesionado y me dijo: “tú tranquilo, cuando empiece a doler, párate, no importa lo que digan, es mejor llegar bien aunque tarde, que rápido, pero lesionado”. Jesús fue un gran compañero en estas travesías deportivas.
“Perseguir tus sueños siempre será el mejor viaje de tu vida”
-Jesús Romero