DESCUBRIENDO TU INTERIOR EN PERÚ CON JULIÁ TOURS
Cuando escuchas el nombre “Perú”, lo primero que llega a la mente es Machu Picchu ¡y tiene mucho sentido! Siendo una de las siete nuevas maravillas del mundo moderno, le ha representado por todo el planeta.
Sin embargo, Perú es más, mucho más que Machu Picchu y sólo cuando lo “vives” te das cuenta de eso. En relación con México, nos parecemos en la calidez de la gente; también somos herederos de una gran cultura prehispánica.
El Perú mantiene vestigios de quienes lo habitaron y cada vez descubre más lugares ocultos por la naturaleza y lo inaccesible de las zonas donde estaban asentados. El claro ejemplo es la ciudadela de Kuélap, perteneciente a la cultura Chachapoyas. Por otro lado, el Perú moderno ha destacado su también rica diversidad culinaria, que lo mantiene en la cima de la preferencia de los comensales más exigentes.
UNA CAPITAL COMO NINGUNA OTRA
Opciones como el vuelo 2471 de LATAM Airlines (CDMX-LIM) te llevarán a vivir en carne propia experiencias que le han ganado a Perú el apodo de “el país más rico del mundo”.
Aterrizar en Lima, capital única porque es costera, es tan sólo la primera escala de una experiencia que abarca cielo, mar y tierra.
Para conocer su historia debes dirigir tus pasos hacia el puerto del Callao, hogar de una de las terminales marítimas más ocupadas del planeta, el aeropuerto capitalino y varios atractivos más; su cercanía con el centro histórico de Lima (está a 15 km y sólo las separa la península de La Punta) hace obligada la visita.
La Punta rebosa de hermosas vistas al océano desde el Malecón Pardo, repleto de edificios antiguos (uno de los más famosos es la Casona Rospigliosi, palacete del siglo XX que llama a tomarse una foto frente a sus rojas cúpulas); la zona es dominada por la fortaleza del Real Felipe, construida durante el siglo XVIII para proteger al puerto de los ataques piratas y que hoy alberga el Museo del Ejército.
Continúa tu camino absorbiendo la historia del puerto y culminando en el barrio de Castilla, donde los grafitis han tomado paredes y esquinas para reconectar el tejido social.
¿Cómo obviar el famoso Parque del Amor, que adorna la capital con un tinte de bosque y esculturas? Camínalo disfrutando del atardecer o dirígete hacia la Huaca Huallamarca, pirámide trunca que en plena ciudad te remontará a la época preinca.
Y por supuesto, haz escala en el corazón de la capital, donde el convento de Santo Domingo, la catedral y los Palacios de Gobierno y Municipal te harán disfrutar y entender mejor la vida limeña.
NORTE CON HISTORIA
Unos 1,200 km al norte de Lima encontrarás Chachapoyas, a la que puedes acceder por vía carretera o, mejor aún, en avión hasta Jeán y de allí por tierra. Al llegar te sumergirás en un ambiente donde las nubes cubren la naturaleza y su rica cultura ancestral.
La ciudad se encuentra en un valle y es una joya para los amantes de la arquitectura colonial con sus fuentes de bronce y pintorescas iglesias. Desde allí podrás acceder a tesoros todavía más antiguos.
CIUDAD DE LABERINTOS
Kuélap es un sitio arqueológico que se encuentra en la cima del cerro Barreta, hoy accesible a través de un teleférico, a pie o en caballo; sin embargo, al detenerte a pensar en lo que los antiguos habitantes del lugar tuvieron que pasar para construir allí hace miles de años, seguro te pondrás a reflexionar sobre la persistencia de la raza humana, ¿cómo en un punto tan alejado de todo pudo prosperar una cultura tan compleja y tan creativa?
Sus edificios circulares al borde del precipicio están rodeados por una muralla de piedra de 20 m de altura, vestigio de sus batallas contra los rebeldes locales; imagina entrar en un laberinto zigzagueante, buscando tu camino entre rocas color ocre para alcanzar su interior y contemplar estructuras como El Torreón, El Tintero y El Castillo, ¡eso es Kuélap!
De ida o regreso vale la pena detenerse a contemplar lugares como el complejo arqueológico de Macro, en el valle del río Uctubamba y de acceso mucho más fácil para cualquier viajero.
EMPÁPATE DE NATURALEZA
Ahora, si lo que buscas es volverte uno con la Madre Tierra, ¿qué te parecería pararte frente a una de las caídas de agua más altas del mundo? La catarata de Gocta (los locales la nombran “La Chorrera” ¡y se entiende por qué!) se descubre al dejar atrás el pueblo de Cochachimba y recorrer una sinuosa carretera.
Gocta te quitará el aliento no sólo por su altura (771 m, con una caída de 540 m), sino por la fauna que encontrarás a su alrededor; si tienes suerte podrías tener un encuentro cercano con especies en peligro de extinción, así como animales exóticos entre los que se encuentran tucanes, monos y hasta pumas.
Y si de plano eres súper aventurero, podrías nadar en su piscina, ¡eso si eres resistente al agua fría!
DE ARTESANÍAS, SAZÓN Y EXPERIMENTOS
Tomemos un rumbo distinto. Sitúate nuevamente en la capital, pero esta vez dirige el pensamiento hacia la sierra sur del país; allí encontrarás una ciudad que merece mención aparte, pero que te servirá como punto de partida hacia las bellezas del Valle Sagrado.
De Cusco vale la pena lanzarte hacia Chinchero. Este pueblito hunde sus raíces en la historia de Perú; aunque sus orígenes son centenarios, fue destruido y reconstruido en varias ocasiones durante la Colonia, por lo que encontrarás edificios hispanos del siglo XVII erigidos sobre las ruinas de palacios incas.
La vida de sus habitantes refleja esa mezcla de culturas, pero con un sabor fuertemente quechua. Todos los domingos te toparás con un mercado típico donde los indígenas practican el trueque, y podrás observar cómo sus tejedores ancestrales trabajan la lana de alpaca y llama.
Sigue tu camino hasta que te topes con un paisaje que te hará sentir en un teatro o incluso en un cráter de la Luna. Que tus ojos no te engañen, sigues en Perú, sólo que en un lugar conocido como Moray.
El efecto visual lo consigue una construcción peculiar: sus enormes terrazas concéntricas que desde tiempos inmemoriales permitieron a los habitantes cultivar diferentes productos. Las diferentes altitudes crearon hasta 20 microclimas: más cálido en el centro y frío a las orillas, otro perfecto ejemplo del ingenio del hombre ante la escasez.
Sigue por 7 km más y llegarás hasta un sitio que a primera vista te parecerá una especie de antiguo balneario. En las milenarias salineras de Maras, a 40 km de Cusco, encontrarás uno de los depósitos más antiguos de sal en el mundo, utilizado desde el periodo inca y durante la Colonia; incluso hoy puedes conseguir un costalito para llevar a casa.
LLEGANDO A LA MARAVILLA
A unas cuatro horas de Cusco, después de recorrer el valle sagrado en tren panorámico, manteniéndote cercano al curso del río Urabamba, te toparás de frente con la localidad de Aguas Calientes.
Este pueblito, llamado también Machu Picchu pueblo, fue fundado a inicios del siglo XX para servir como estación ferroviaria entre Cusco y Santa Ana; hoy es la puerta de entrada para llegar a una de las siete Maravillas del Mundo Moderno.
En el poblado encontrarás hoteles, mercados, discotecas, tiendas de recuerdos, lugares por recorrer como los jardines de Mandor (reserva ecológica donde podrás contemplar flora endémica de la región), baños termales que te relajarán después de ascender la montaña sagrada, así como un hervidero de personas de todas las nacionalidades.
Y sobre Machu Picchu… ¿qué podemos decirte que no conozcas de este santuario Patrimonio de la Humanidad, hogar de casi 200 sitios arqueológicos? ¿Qué contarte sobre este lugar en la cima del mundo, donde la historia se refleja en los ojos curiosos de una alpaca mientras te detienes a conversar por un momento con su cuidador? ¿O donde la suma de culturas está plasmada en tantas y tantas estructuras, andenes, canales y centros ceremoniales?
Sus terrazas y escalinatas vibran con la energía de cien generaciones y sentirás cómo tu alma se recarga con ella. Y como dato cultural, si lo que buscas es la clásica fotografía con el típico cerro puntiagudo y el santuario a sus faldas, lo que estarás fotografiando será la montaña Huaina Picchu, ya que la verdadera montaña Machu Picchu se encuentra del otro lado de la ciudadela y la observa desde lejos, ¡no te confundas!
TIERRA DE ARCOÍRIS
Ubícate una vez más en Cusco; de allí viajarás unos 100 km al sureste y arribarás a Quechuyno, punto de partida de un recorrido que puedes realizar a pie o a caballo.
Llega hasta el control de acceso ¡y prepárate, estarás a punto de conocer uno de los lugares más asombrosos del mundo entero!
La Montaña Vinicunca, Montaña de los Siete Colores, Montaña Arcoíris, o conocida por los locales como Cerro Colorado, es un punto en medio de la antigua ruta quechua de camino al nevado de Ausangate.
No estás frente a una montaña cualquiera, este cerro a 5,000 msnm te quitará el aliento cuando contemples la coloración de sus piedras, ¡creerás que alguien las pintó a mano! La riquísima combinación de minerales de la región hizo que a través de los milenios, las capas fueran descubriéndose y plasmando un cuadro surrealista que ni el mismo Dalí hubiera imaginado, contrastando con un cielo de un azul tan intenso que no podrás resistirte a parar un momento y perder la mirada a lo lejos.
Hasta hace pocos años casi desconocida, hoy Vinicunca es tan famosa que aquí también encontrarás visitantes de todos los países, así que lo conveniente es salir de Cusco temprano para ganarle tiempo al tiempo.
EN LA ANTIGUA METRÓPOLI
Por supuesto, un viaje a Perú no está completo sin un poco de turismo en la antigua capital del imperio inca. Aprovecha tus noches de pernocta en Cusco para pasear por sus calles bordeadas de palacios e iglesias coloniales, tantos que la ciudad es conocida como “la Roma de América”.
Su plaza de armas construida sobre un pantano desecado por los incas, sus iglesias jesuitas y mercedarias, su bulliciosa vida mestiza, donde el celular da paso a visiones de mujeres cuidando de sus rebaños de alpacas y los santos pasean por las calles bajo la vista de sus feligreses, sus parques que invitan al descanso mientras contemplas capas de historia superpuestas, todo, ¡todo te hará querer pasar un día o más recorriéndola!
Así es Perú, el del lago navegable más alto del mundo; el de Puno; el de las enigmáticas líneas de Nazca; el de la increíble Montaña de colores de Wincunca; el Perú de las llamas y las más de 3 mil variedades de papas; el de Cusco,
capital del imperio Inca, y mucho, mucho más que junto a sus hombres y mujeres quechuas y el resto de sus habitantes no deja de sorprendernos cada día que pasamos en ese país mágico. Eso sí, Machu Picchu es sin duda la cereza del pastel.
Quédate no con lo que hay en Perú, sino con lo que descubres de ti cuando estás en Perú: el aventurero que no sabías que eras; el filósofo que llevabas dentro; el romántico que te resistías a ser. Quédate con un slogan que las autoridades peruanas de Turismo llevaron en alguna de sus campañas de promoción: Eso que no sabías de ti, ¡vive en Perú!