Carta del Director 293
Desde 2022, cada edición de agosto ha sido un “trance” en el que me detengo a pensar, recordar, analizar, replantear y volver a tomar aire para continuar. Cada año ha ido evolucionando de una manera en la que no encuentro otra explicación más que Jesús, desde donde esté (Los Himalayas, siempre digo yo), y a su manera, ha seguido haciendo de las suyas para que nuestro sueño siga creciendo. Ya sea con las enseñanzas que nos dejó, con la inspiración que nos provocaba, con el ejemplo de perseverancia que siempre compartía con todos nosotros, o con “la necedad” que le aprendimos de que aún y en los peores momentos, debemos seguir luchando y nunca darnos por vencidos.
Así que después de ese primer agosto en el que decidí que su legado tenía que continuar, e incluso seguir mejorándolo en su honor, me queda claro que no tenía idea de todas las situaciones a las que me enfrentaría a partir de ese día.
Definitivamente ha sido un viaje que parece ser un sube y baja de emociones; alegrías, tristezas, orgullo, desilusión, aciertos, errores, éxitos, dificultades, esfuerzos, sacrificios, etc. Y aunque en su primer año luctuoso lo único que yo tenía en mente, era tal cual salir corriendo a mi “lugar seguro” y no saber de nadie ni de nada, y siendo honesta, incluso cuatro semanas antes de ese día, yo tenía muy claro que simplemente “desaparecería” para poder tomar ese respiro que tanto necesitaba, porque los recuerdos de su partida literalmente me atormentaban todos y cada uno de los días y sus noches, desde que se había ido.
Entonces, en realidad fue justamente el pensar y pensar y pensar en el año anterior, fue el tener siempre esos recuerdos en mi mente que por más que intentaba olvidar, no lo lograba… hasta que entendí y acepté que jamás desaparecerían, y que necesitaba encontrar la manera en la que el peor día de mi vida se convirtiera en un propósito que nos hiciera sentir por lo menos un poquito de calma.
Nunca olvidaré la primera Carrera Turística Jesús Romero, fue (lo confieso) un tanto improvisada, porque para empezar, teníamos el tiempo a contra reloj, así que entre todo el equipo y el apoyo de sus amigos más cercanos, hicimos todo lo que pudimos por crear una experiencia en la que todos pudiéramos recordar a Jesús de la manera en la que también la mayoría, mejor lo conocíamos: ¡corriendo!
Esa sensación de sentir en el corazón, todo el amor, cariño, aprecio, admiración y respeto que le tenían a “Gzuz”, fue indescriptible, y a su vez, fue el motor que nos impulsó para continuar con la segunda edición, la cual, a base de prueba y error, fue más estructurada, organizada y con un apoyo impresionante por parte de tantas y tantas personas que han decidido sumarse y han sido parte de esta evolución.
En este 2024 puedo con todo el agradecimiento posible, decir que han sido una pieza clave para lograr ese objetivo que la verdad creí muy difícil de lograr: pensar en ese agosto del 2022, y sentir esa calma que es provocada por la suma de cada granito de arena, que hace posible que entre tantas personitas podamos apoyar a quienes están luchando contra cualquier tipo de cáncer, y a sus familias que también lo sufren igualmente. ¡GRACIAS!
Fabiola Campos Campos
Directora General