MÁS ALLÁ DEL LÍMITE
“Vete a correr”… era la solución al estrés, al mar de ideas en la cabeza, o a la búsqueda de inspiración y también, la manera en que un recuerdo triste se transformaría en un homenaje a quien hizo que estas páginas se convirtieran en fuente de consulta, admiración y prestigio.
Jesús Romero fue un apasionado de los deportes, principalmente del fútbol, su destreza con el balón lo llevó incluso a tercera división. Sin embargo, durante un partido se lesionó un tobillo, lo que provocó que tuviera que dejar de practicar este deporte de forma profesional, despidiéndose de la cancha.
A pesar de ello, su pasión por mantenerse activo y retarse a ser mejor, no solo en el deporte sino también a ser fiel consigo mismo y sus objetivos, lo llevaron a explorar el mundo de una manera diferente: a través del deporte.
UNA PASIÓN QUE NO SE EXTINGUE
Aunque la lesión que tuvo no le permitió ejercer de manera profesional, nunca dejó de lado esa gran pasión. En cualquier oportunidad que tuviera participaba en cascaritas con amigos e incluso se llegaron organizar torneos en el medio turístico. Siempre que tenía oportunidad se apoderaba del balón.
Su amor por el fútbol lo llevó a disfrutar de cinco mundiales, comenzando en 1986 cuando apenas tenía 14 años y México fue sede de tan emblemático evento. A la edad de 34 años viajó a Alemania para volver a vivir esa increíble energía y euforia que es inexplicable y que solo se puede entender cuando experimentas esa sensación al estar dentro de un gran estadio durante un Mundial, de ahí le siguieron Sudáfrica, Brasil y Rusia.
La combinación de los deportes con los viajes también lo llevó a adentrarse a los maratones en distintas partes del mundo, corriendo en lugares como Arizona, Ciudad de México, Edmonton, Guadalajara, Jasper, Las Vegas, Noruega, Nueva York, Roma, San Diego y Toronto. Aunque el fútbol tenía un sitio especial en su corazón, las carreras comenzaron a ser parte de su estilo de vida. Al ser un deporte que podía practicar en cualquier momento, era más sencillo integrarlo en su día a día.
Entre las aventuras que los viajes le permitían realizar, hizo el famoso Camino de Santiago, un recorrido que realizó en solitario, por el simple placer de experimentar, por lo menos una vez en la vida, esa sensación de hacer algo que alguna vez soñaste y veías tan lejano.
PASOS TRAZADOS
Para Jesús, escoger desde el calzado hasta los detalles de la ruta y el playlist que iba a escuchar en el camino era algo clave para su preparación. Tanto así que la primera vez que corrió el maratón de Nueva York contactó a todos sus amigos para pedirles su canción favorita, todo con el fin de recordarlos en cada paso del trayecto.
Competir no era algo que hiciera simplemente por gusto, sino también para demostrarse que era capaz de aprender a dominar su mente lo suficiente para cumplir con sus propias metas. Y con ese buen ejemplo, nos enseñaba que nosotros también éramos capaces de lograrlo.
RECUERDO AGRIDULCE
Se han cumplido dos años desde que tomó un vuelo a Los Himalayas y, a pesar de que desearíamos que aquel día nunca hubiera sucedido; ahora pensar en su partida no tiene ese sabor tan amargo que solía presentarse. El recuerdo se ha convertido en la ilusión de organizar un evento que busca apoyar a personas (y a sus familias) que luchan contra el cáncer, a brindar apoyo a quienes no tienen las facilidades que todos desearíamos que tuvieran. Desde medicamentos hasta la atención psicológica, la cual es muy esencial cuando se vive un proceso tan duro, no solo para la persona que lo padece, sino también para aquellas que se quedan a su lado y los acompañan en cada etapa.
EN LA META
La idea de crear una carrera en su honor, inicialmente fue por el simple hecho de intentar transformar el vacio que había dejado su partida en algo que nos recordara su esencia y enseñanzas, una manera de sentirlo cerca y a su vez, permitirnos a cada uno adoptar su filosofía y apoyar a una causa tan importante.
Jesús nos inspiró de manera inimaginable, y aunque a veces su solución fuera un “vete a correr” o “sal y dale una vuelta a la cuadra”, sus lecciones procedían de una preparación basada en un auténtico esfuerzo mental y físico, donde rendirse nunca era una opción.
CON MEDALLA EN MANO
Cuando todo cobró vida y la línea de meta ya se había trazado, pudimos ver cómo se acercaban los corredores durante la primera edición, no podíamos creer que realmente se había vuelto una realidad y estaba sucediendo. Después de meses de planeación, de noches en vela, todo era real. Todos estaban ahí listos para correr con Gzuz, todos dispuestos a apoyar una noble causa y demostrarnos que lo que siembras de manera correcta, siempre te da grandes frutos, incluso si lo observas desde lo alto de Los Himalayas.
Las carreras difíciles te hacen un corredor más fuerte