Desde Los Himalayas 272
Hay muchas formas o palabras que podría utilizar para definir a mi padre, pero la primera que me viene a la mente es que él era un hombre de familia. Todo lo que hacía, todos sus esfuerzos, sacrificios, etc., era siempre pensando en el bienestar de su familia. Siempre disfrutaba pasar tiempo de calidad con nosotros y su meta era tratar de dar la mejor vida y oportunidades a sus seres queridos.
Viví su faceta como padre obviamente, pero también vi muy de cerca cómo fue como hijo, como hermano, como tío. A su manera (porque quienes lo conocemos sabemos que ésta era otra de sus peculiaridades), demostraba todo su amor y afecto. A nosotros, sus chiquillos o “criaturas”, como le gustaba decirnos cariñosamente, siempre trataba de darnos toda la atención posible, claro que la forma variaba según nuestra edad, pero como con todo lo que hacía, era muy ocurrente e imaginativo con sus maneras.
Siempre que uno de sus chiquillos era pequeño, le gustaba crear historias, hacer ruidos y gestos chistosos para que nos carcajeáramos. Algo que comúnmente hacia era inventarse aventuras sobre algunas de sus cicatrices, como que había luchado con caimanes, tiburones o leones, las cuales nos hacían verlo con asombro y admiración, ¡uno pensaba que tenía un súper papá invencible! Pero no solo se preocupaba por darnos esa felicidad momentánea, sino que también veía por nuestro futuro, ya fuera en darnos la mejor educación o en preocuparse por nuestra salud, que nunca nos faltara comida ni un techo, y que a pesar de lo demandante que pudiera ser su trabajo, siempre se encargaba de estar presente para todos sus chiquillos.
Desde que nací, mi padre ya estaba inmerso en el medio turístico, así que prácticamente todas las vacaciones que recuerdo desde pequeño las pasábamos en playas y hoteles, especialmente de Puerto Vallarta, Mazatlán y Manzanillo en un principio. Yo no tengo muchas experiencias de viajes comparadas a las que tuvo mi padre, ustedes saben muy bien todos esos rincones del mundo que llegó a conocer, pero la mayoría de los viajes que he tenido han sido gracias a él.
Como saben algunos, también era muy aficionado del fútbol, ¡llegó a asistir hasta a cuatro mundiales seguidos!, y si contamos el de México ’86, podemos agregar uno más. Gracias a él yo también adquirí ese gusto por este deporte, y también gracias a él tuve la gran fortuna de poder acompañarlo a uno de éstos, el de Brasil 2014.
Puedo decir con total seguridad que aquella experiencia ha sido el mejor viaje que he tenido en toda mi vida. Como aficionado al balompié, creo que el asistir a un mundial es una de las mejores experiencias que podrías vivir, y más aún si puedes compartirlo con alguien más que lo disfrute tanto como tú. Claro que estar en un país tan futbolero como Brasil te contagiaba todavía más de la pasión por ese deporte que tanto amamos muchas personas, pero me era mucho más gratificante el tener a mi padre a un lado para poder platicar sobre todos los partidos que veíamos, compartir puntos de vista, discutir sobre equipos, jugadores, formaciones, etc., dar pronósticos, e incluso llegar a jugar un par de “retas” con locatarios en la playa.
Su experiencia como jugador casi profesional hacían que sus comentarios y opiniones sobre el fútbol fueran muy enriquecedoras, sabías que todo lo que él decía tenía sentido. Sí, estaba feliz y emocionado de poder vivir en carne propia un mundial, apoyar a tu nación desde las gradas, pero lo que me hacía más feliz, era el hecho de poder vivirlo con mi padre, además de que siempre durante el viaje podía ver en su rostro que él se sentía igual o incluso más satisfecho de tener esa misma vivencia con parte de su familia.
A mi papá, como la mayoría de los que tienen hijos, le preocupaba no haber sido lo suficientemente bueno como padre, que tal vez no había hecho las cosas correctamente, o que le faltó hacer más, hoy ya no puedo decírselo más, pero puedo asegurarles a todos ustedes que mis hermanas y yo tuvimos al mejor padre que pudimos haber deseado, no lo cambiaríamos por nadie más. Sé con certeza que si volviera a nacer, pediría tener al mismo padre otra vez.
¡Te agradezco todo lo que nos diste y sigues dando! Cuando mi tiempo llegue, iré allá hasta donde estés para charlar contigo una vez más.
Diego Romero Pérez
Dirección Comunicación Digital
ABZ Turístico