SOY
¿Quién SOY? Dos palabras entre un signo de interrogación que son capaces de englobar mi vida, soy la hija de José y Socorro, soy hermana, madre, esposa, amiga, comprometida con la labor social y soy una mujer que no esconde las cicatrices del alma ante la ausencia de los seres que amamos.
Pero esas cicatrices son la mejor prueba de que estoy viva, de que puedo ayudar al de al lado y de que no debo dejar para mañana lo que puedo hacer hoy.
“Claro que te enojas con Dios cuando pierdes a alguien y lloras y te angustias, pero en lugar de estar buscando un ¿por qué?, lo que hay que plantearse es el, ¿para qué?”
La niña de la casa
Tuve una infancia bien chida, fui la niña de la casa, soy la más chica y la única mujer de seis hermanos, pero con todos me la llevo de maravilla, ¡fui la niña más feliz del mundo!
Yo nunca supe si era pobre o era rica, nunca nos faltó nada, ni vacaciones, porque mi papá era de cada año en Semana Santa llevarnos a la playa, una semana completa; no importaba si era a Barra de Navidad, Boca de Iguanas o Manzanillo, él nos llevaba, y con seis niños eso era todo un esfuerzo. No éramos inmensamente ricos en dinero, pero sí inmensamente ricos en otras cosas.
Tuve un papá súper sabio, sabía orientarnos y poner límites, por ejemplo a mí siempre me dejaba ir a donde yo quisiera, pero eso sí, siempre iba por mí, esa era su forma de protegerme. Y a pesar de crecer con hombres no fueron celosos, me acuerdo que de adolescente cuando ya quería tener novio y uno de mis hermanos quiso intervenir mi padre rápido le contestó: “a ver, es tu hermana, es mi hija, así que el que decide soy yo”.
Con mi mamá si fue una relación más estricta, pero es que estaba acostumbrada a lidiar con puros hombres y luego llega esta monita, que al mismo tiempo le roba el amor de su marido adorado, sí me regañaba mucho. Y una parte de mi sentía que era porque creía que yo le quitaba una parte del cariño de mi papá.
Yo quería viajar
Quise estudiar turismo porque yo quería viajar como en las vacaciones (mientras dice esto no puede evitar reírse), pero en lo profesional ya ves que es muy distinto.
Mi primer trabajo fue cuando todavía estaba en la escuela, en la agencia de viajes Macahui, después trabajé un tiempo en Viajes Monarca y fue ahí cuando conocí a Rodolfo (Camarena) porque comprábamos mucho en Vylsa, que es el antecedente de Imagen Turística.
En 1996 fue cuando comenzó Imagen Turística, y Aida (Mireles) me comentó que Rodolfo me iba a hablar para incorporarme a su equipo, todavía me acuerdo de la primera oficina que teníamos por Av. Vallarta y que compartíamos con una agencia de viajes.
Una pauta para el amor
Mi esposo Juan Carlos y yo estamos juntos desde el día que nos conocimos, sí fue amor a primera vista, sí existe, porque yo en cuanto lo vi bajar de ese auto rojo le eché el ojo. Fue en un evento del entonces hotel Maeva de Manzanillo, lo estuve cazando a todo momento, hasta que logré darle mi tarjeta al final del evento.
A los dos días me llamó y desde entonces nunca jamás nos hemos separado, ya vamos a cumplir 24 años juntos, y nuestra aventura aun con nuestra gran pérdida ha sido maravillosa.
Bienvenida a la maternidad
Se suponía que yo no podía tener hijos porque me habían diagnosticado matriz infantil, pero así llegó Ailed a nuestras vidas con 36 semanas y toda chiquita, vino a complementar perfectamente a la familia.
En ese entonces éramos Imagen Turística todavía, fue en octubre de 2000 cuando se disuelve la sociedad y en 2001 iniciamos como Imacop; tenía la flexibilidad de mover mis horarios para dejar a la niña en la guardería y llevármela a las negociaciones con hoteleros, incluso se iba mi papá y mientras yo estaba en reuniones él se quedaba con la niña, es por eso que mil hoteleros la conocen y aunque no fue realmente planeada es una verdadera bendición en nuestras vidas.
Cuando Ailed tenía cuatro años la llevé a la guardería y de repente ya no me podía mover, me quedé completamente inmovilizada en el auto. Lo que me explicaron médicamente es que tengo un alto umbral del dolor y por eso no sentía que mis discos de la columna tenían un desgaste genético, así que me los quitaron y me pusieron prótesis, desde entonces soy biónica y hasta pito en los aeropuertos. Si mis probabilidades de embarazo ya eran bajas ahí me dijeron que ya no me iba a poder embarazar, pero… no fue así.
Realización laboral
En Imacop fui de todo, reservaciones, gerente de nacional, gerente de internacional, operativa, era una época en la que todos sabían que si no encontraban a Rodolfo yo era la que les podía solucionar. Cuando Rodolfo me dijo si quería ser la gerente de oficina Guadalajara, con la confianza que le tengo le dije: “he sido la gerente desde hace años”. Mi compromiso lo conoce muy bien Rodolfo, soy de las que trabaja desde que canta el gallo hasta que sale la luna, pero me gusta respetar y crear mis espacios para mi familia.
Quédate aquí
Cuando tuve mi segundo embarazo, yo ya sabía que iba a ser niño y el nombre ya lo teníamos, ni siquiera fue pleito, José por mi papá y Carlos por mi esposo. José Carlos nació en el 2008 y fue prematuro, apenas tuve la cesárea y se lo llevaron, yo no lo pude ver, a nosotros no nos habían dicho que tenía Síndrome de Down, además nació con cinco cardiopatías y lo tenían enchufado a mil cables, mi hijo estuvo tres semanas en terapia intensiva.
Me acuerdo que cuando el doctor me dijo que José Carlos tenía Síndrome de Down, yo no entendía de qué me hablaba, volteaba a ver a mi esposo (él ya sabía) y estaba llorando, pero yo no procesaba la información, conforme me fue cayendo el veinte lo único que me dio miedo fue el: ¿qué voy a poder hacer por él? No conocía ese mundo.
Me angustiaba que no lo pudiera ver yo ni Ailed, así que cuando por fin pude entrar a verlo y lo miraba con todos esos cables conectados y después de que la cardióloga me pidiera disculpas porque ella no le había dado esperanza de vida de más de 24 horas y decirme que mi José Carlos tenía una misión en este mundo, yo lo vi y metí mis manos en el cunero para tocarlo y le dije: “quédate, aquí tienes una familia que te ama un montón”, y mi esposo también metió su mano para que nos sintiera.
José Carlos fue un niño muy querido, mi papá siempre me decía: “ni modo nos tocó el camino sinuoso, es como si fuéramos a Barra de Navidad por la Sierra del Tigre y con 300 curvas; con Ailed te tocó autopista y Dios te puso en esto porque sabe que si puedes con la libre”.
Me salí de Imacop no porque José Carlos me lo impidiera, sino porque yo estaba muy enfocada en sus terapias en cada una aprendía algo. Una vez que convives con el Síndrome de Down no es tan difícil, pero no te lo dicen porque los médicos ni siquiera saben cómo es la convivencia. Por eso comencé a ir con mamás que también tenían hijos con Down y les contaba mi experiencia.
“La gente cuando lo conocía me decía que los niños con Síndrome de Down son angelitos y no es cierto, no tienen alas, ni vuelan ni hacen milagros, son niños como cualquier otro y se les debe tratar así”.
Un lugar que siempre la espera
Rodolfo me dijo que me tomara el tiempo que yo necesitara que mi silla en Imacop me estaría esperando hasta que yo dijera que definitivamente no regresaba. Fue al año cuando le dijeron a Héctor Mireles que ocupara la gerencia, pero hasta Héctor me habló para decirme si yo estaba de acuerdo, fue una decisión mutua.
Hay muchas cosas por las que yo le estoy agradecida a Rodolfo, para mi él es un súper maestro, es parte de mi familia, es como un hermano, que cuando yo lo llamo y lo necesito sé que va a estar ahí, no sólo como jefe, sino en lo moral. En trabajo hemos tenido diferencias, pero la confianza que él ha depositado en mí es invaluable.
El dolor de la ausencia
El tiempo que José Carlos estuvo con nosotros fue muy feliz, sabía hablar perfecto y vaya que nos costó mucho, conoció la playa, viajó, fue muy bendecido. Yo me preocupaba por cómo iba a comunicarse cuando fuera a la secundaria o a la universidad y su terapeuta me decía preocúpate por el ahora y mira, su tiempo sólo fue ir al kínder.
Al mes de que José Carlos partiera yo regresé a trabajar, sentía que podía, pero tenía lapsus en los que me quedaba en el limbo por horas. Las primeras semanas mi marido me dijo que teníamos que buscar terapia porque él no creía poder salir de eso. Estuvimos dos años en terapia como familia y creo firmemente que, sin ellas, mi papá e Imacop yo no la habría hecho después de lo de José Carlos.
Claro que lloré y mucho, mi papá era un hombre de fe y eso me inculcó. Al principio yo creía que, si tenía mi fe bien puesta, si me grababa bien que todos antes de venir a este mundo tenemos una fecha de regreso, no me iba a derrumbar, pero uno sí necesita ayuda, porque si te enojas con Dios y aunque tengas fe te preguntas: ¿por qué a mi? Y quieres gritarle y decirle: “te pasaste de lanza”.
José Carlos dejó amor por todos lados, un abrazo de él era energía pura. Como familia cada uno atravesó su proceso y sí creo que mi hijo tuvo una misión aquí, y fue la de valorar los detalles, fue su sensibilidad y amor la que nos enseñó eso que dice El Principito: “a ver el mundo por otro cristal”.
Transformar el dolor en causa
Yo siempre le decía a mi papá que el día que él me faltara yo me iba a morir con él y mira no fue así, aquí estamos, mi papá falleció a los cuatro años de José Carlos y sufrí mucho, pero tengo mil recuerdos con él. Después, al año de mi papá, fallece mi hermano de cáncer y al siguiente año mi mamá.
Te juro que cuando se fue mi mamá voltee hacia arriba y le dije a mi Dios: “neta ya, voltea para otro lado, ya te demostramos que sí podemos, pero déjanos descansar el corazón”.
Me duele cada una de mis pérdidas, pero tienes que vivir a pesar de la ausencia física, cuando alguien se va lloramos por miedo a lo desconocido, lloramos porque ya no tendremos más momentos juntos. Por eso creo tan firmemente en vivir cada momento, no hay mañana, es hoy cuando debes dar lo mejor de ti, es hoy cuando debes estar con quien amas, no mañana, ¡los recuerdos son los únicos que rescatan cuando un ser amado se va!
Hay muchos suenos por cumplir
José Carlos falleció en el 2012 y en noviembre de 2013 empezamos “Sueños por cumplir”, tiempo atrás Rodolfo ya tenía la idea de hacer algo, porque él decía que había que regresar algo de lo que la vida nos da.
Después de lo de José Carlos me puse a pensar en qué momento la gente se pierde, en qué momento ante el dolor cae en las drogas o el alcohol. A mí siempre me gustó hacer labor social, incluso en las terapias o con mamás de amiguitos de José Carlos que necesitaban apoyos; así que cuando Rodolfo me dijo que “Sueños por Cumplir” era en honor a José Carlos, sabía que su misión iba a estar más latente que nunca.
Al principio la iniciativa era ayudar sólo a niños con cáncer, llevarlos a conocer el mar y que tuvieran al menos unos días de relajación y alegría total; pero después empecé a ver más fundaciones y me di cuenta que había más necesidades, así que empezamos a integrar niños con más padecimientos, desde aquellos que llevan ocho trasplantes de riñón, pequeños con VIH o niños sin diagnóstico médico conocido, pero que están muy graves.
Actualmente estoy muy satisfecha de “Sueños por Cumplir” porque hemos beneficiado a muchos niños y familias completas, porque no sólo es el pequeño el que sufre, tú ves su entorno y mamá, papá, y hermanos también están dolidos emocionalmente y esa sanación que encuentran en al menos cuatro días en el mar es impresionante.
No sé qué sería de mi vida ahora si José Carlos estuviera aquí y realmente no puedo saber si yo hubiera hecho esto si él no me hubiera faltado, pero estoy tratando de buscar el para qué de lo que me pasa y por eso me metí a un diplomado de tanatología, también hice un curso de cuidados paliativos para ayudar a las personas en momentos de dolor.
Todavía soy muy llorona, pero al menos tengo más conocimientos de cómo ayudar y ser empática con la gente, hoy más que nunca valoro a mi familia, soy consciente de todo lo que me ha pasado y por eso puedo decirles que en mi hay mucha voluntad de vivir y salir adelante.
¡Puedo decirles que soy Delia Zúniga y soy la Voluntad Andando!