El carisma hecho persona
Mauricio Levratti Montoya
Gerente general de ventas de Grupo
Guadalajara Plaza
“Soy maquiavélico desde chiquito”, apenas transcurrían dos minutos de entrevista cuando Mauricio Levratti soltó esta frase, afianzando desde el inicio que la sinceridad y el humor son dos de sus mayores virtudes.
Cada que toma micrófono en eventos o aniversarios de mayoristas las risas entre los presentes se escuchan sin cesar, más de 20 años en el medio turístico lo han dotado de anécdotas que mezcladas con su picardía hacen que más que capacitación te sientas en un stand up, como él mismo lo dice: “estos eventos de hablar en público me gustan, y te seré honesto, al principio me daban pavor, yo creo que decía ‘buenos días vengo de Pelícanos y adiós’, y ahora parezco standupero”.
La trayectoria que hoy tiene en la hotelería no ha sido fortuita, la ha trabajado desde sus 20 años e incluso es la herencia de su madre, pues desde los tres meses de nacido la señora María Eugenia Montoya lo cargaba con todo y portabebé al Sheraton Guadalajara (hoy Misión Carlton), donde fungía como secretaria de gerencia.
“En el Guadalajara de aquel tiempo había nada más cinco hoteles elegantes, cuando ella estaba en el Sheraton llegaban personalidades como Juan Gabriel, Rigo Tovar, José José. Cuando mi papá, mis hermanos y yo íbamos por ella escuchaba sus historias del día y fue ahí cuando empecé a hacer mis radionovelas, creo que ahí comenzó mi cariño”.
“Tuve una infancia bonita y viví muchos de los beneficios que da el medio, puedo decir que eso medio me engañó, porque luego uno estudia turismo pensando que vas a vivir todo lo de chavito y pues no es cierto, ¡así que ahora quiero mi reembolso!”, tras esta confesión estalla una carcajada pues entre bromas narra que hasta cajas de Bachoco se carga para transportar el material publicitario.
A prueba en altamar
Tras terminar su carrera de técnico en turismo y con apenas 19 años decidió embarcarse a la aventura, literal, su primer trabajo en el medio fue como tripulación de un crucero de la empresa Princess que tenía como destino Alaska.
“Empecé como office boy de los oficiales, yo dije que hablaba el 80% de inglés y no era cierto, 80% de italiano y no era cierto, así que yo estaba en el barco como la ‘India María’, haciendo puras tonterías y con mi cara de ‘¿qué dijo?’.
“En italiano sólo sabía decir ‘Non c’è’, que significa ‘no hay o no está’, entonces cuando me empezaban a dar indicaciones en italiano, yo escuchaba y me iba corriendo como para que vieran que era muy eficiente, pero en realidad me encerraba en el baño a llorar y ya cuando regresaba les decía “Non c’è’, Non c’è’ y Non c’è’” y te lo juro que me la pasé como seis meses diciendo esa palabra, pero sobreviví y a fuerza de estar escuchando los idiomas los aprendí”.
Hasta los 22 años Mauricio se desenvolvió en el segmento de cruceros y conoció lugares como Alaska, Vancouver, San Francisco, Puerto Rico y más. A su regreso a México ya sabía perfectamente que el área de alimentos y bebidas (que era en donde él juraba se quería desarrollar) no era lo suyo.
La vocación llama
De regreso en Guadalajara su primer empleo fue en el Hotel Aranzazú de Guadalajara, como recepcionista del turno nocturno, en aquel entonces la propiedad tenía un cabaret que hacía desfilar personalidades como los Tigres del Norte, Lyn May o activistas como Rigoberta Menchú, por lo que se nota en el tono de voz con el que nos relata lo bien que la pasaba.
En Crown Plaza (hoy Holiday Inn) comenzó su carrera en el área de reservaciones, y él mismo dice que era la comodidad de horarios y lugar el que lo hacía seguir en el puesto, pero la forma de desenvolverse de Levratti hizo que un amigo de él lo invitara a trabajar en Puerto Vallarta.
Pelícano a la vista
Cuando Mauricio Levratti llegó a Puerto Vallarta con Grupo Guadalajara Plaza, sólo era el hotel Pelicanitos y actualmente son tres propiedades: Plaza Pelicanos Club Beach, Plaza Pelicanos Grand Beach y Sunset Plaza Beach Resort.
Llegó para quedarse
Como si fuera ayer recuerda que en marzo de 2001 un buen amigo de él cambió de residencia a Puerto Vallarta cuando Grupo Guadalajara Plaza compra Pelícanos, y cuando menos lo esperó en octubre de ese año él ya estaba radicando en el puerto más mexicano.
Justo en octubre cumple 20 años viviendo en Puerto Vallarta y confiesa tenerle un gran cariño al destino y empresa que representa, aunque claro “las mil y un aventuras no han faltado”, como él mismo lo dice.
Un suceso que lo marcó fue el Huracán Kenna (octubre 2002), nos relata cómo vieron el mar salirse, trasladar huéspedes, incluso escuchar por radio como la propiedad perdió edificios cuando las olas de más de ocho metros los golpeaba incesantemente.
“Si fue un desastre Puerto Vallarta después del huracán, veías palmeras por todos lados, escombros, autos en lugares impensables, pero lo que sobraba eran botellas flotando, así que en lugar de ponerme triste yo les decía: usted tómele ya dios proveerá”.
Picando piedra y haciendo mercado
“No sé cuántos clientes haya traído a Puerto Vallarta en los 20 años que tengo aquí, pero me da satisfacción personal y profesional el crecimiento que ha tenido el destino, la verdad fuimos pocos los que anduvimos en la calle del 2001 al 2008, pedaleando, tocando puertas en las ciudades a las que nadie iba, abriendo rutas que el señor Legarreta [Sergio Legarreta, gerente general del entonces Castel Pelicanos] nos indicaba, porque él sacaba agencias de hasta las piedras. Tú ves el Puerto Vallarta fructífero de hoy, pero detrás está el cariño y sudor de muchos que literal hasta volanteábamos nuestros hoteles en ferias como las de San Marcos (Aguascalientes)”.
Uno de los mercados que han sido iniciativa de Grupo Guadalajara Plaza y que Levratti comenta que ellos iniciaron fue el de graduados. En 2003 los meses de mayo y junio la ocupación bajaba e incluso había hoteles que cerraban: “había ido a Querétaro y había agencias que anunciaban las graduaciones con banquete y en salón y yo decía, ‘los chavos no quieren eso, ellos quieren reventarse’ y aquí en Pelicanos Club teníamos una alberca muy privada bajo un árbol muy bonito, les poníamos una taquiza muy sencilla, pero rica y con banda de rock en vivo, así fue como empezamos lo de graduados y ahora qué hotel en Vallarta no te ofrece esos paquetes”.
Aún quedaba mucho por platicar, pero el tiempo se nos agotó, en lo que sí fue contundente Levratti es en lo mucho que aún tiene que dar al turismo: “Si yo el día de mañana dejó de trabajar en un hotel no sabría qué hacer”.