El comienzo
“ He tenido todo y me he quedado con nada, eso me permite mantener los pies en la tierra.
Mi familia siempre ha tenido un chip de trabajo muy especial. Mi abuelo inventó la bebida “margarita”, aunque nunca la patentó, ni lo hizo con sus otros inventos.
Mis padres eran de Chihuahua; yo nací en Ciudad Juárez el 8 de enero de 1977, siendo el más pequeño de tres hermanos
Del lujo a lo modesto
Mi papá fue judicial federal; tuvo puestos muy importantes y nos dio una vida muy desahogada. Vivíamos en una enorme casa con alberca, guardaespaldas, estábamos en la mejor escuela y hasta viajábamos en avión privado.
Él tenía diez mil vidas: se cayó de una avioneta, era piloto de carreras profesional y había tenido varios choques de los que salió ileso, a mi mamá nunca le gustó esa vida.
Por la profesión de mi papá mi familia tuvo muchos problemas, él tuvo que decidir entre su carrera y nuestra seguridad. Cuando yo tenía siete años nos mudamos a Zacatecas a comenzar desde cero, con una vida mucho más modesta.
En Zacatecas nos veían como extranjeros, es una sociedad tradicional y fue complicado adaptarnos, sobre todo para mis hermanos Fabiola y Francisco.
Transformación en un parpadeo
A los nueve meses de llegar, visitamos a unos amigos de mi papá en Guadalajara; yo iba de copiloto, con mi mamá y mi hermana en el asiento de atrás. En Juchipila, Zacatecas, nos chocó una camioneta, fue una advertencia pero no hicimos caso. Seguimos el trayecto y casi llegando a Zacatecas, mi papá agarró grava y caímos a un barranco de 70 metros.
Esa noche cambió mi vida para siempre. Papá me protegió con su cuerpo y sólo me herí la mano derecha, todavía tengo la cicatriz; mi hermana se rompió un brazo, pero en el accidente falleció mi mamá. Yo estaba en segundo de primaria.
Papá sufrió mucho con su muerte; dejó a mis hermanos en Zacatecas a cargo de mi abuelita Margarita y me llevó a vivir por unos meses a la Ciudad de México (CDMX).
A pesar de todo, volvería a vivir mi niñez cien veces; me encantaba andar en bicicleta todo el día y a los nueve años entré a los boy scouts, fue lo mejor que me pudo pasar en la vida. Me ayudó a ser independiente y a entender que si quería algo, debía trabajar para alcanzarlo, para pagarme mis campamentos tenía que ganar mi propio dinero, así que juntaba botellas de vidrio, cartón, palos de escoba… ¡de todo!
Cuando yo tenía 12 años mi papá volvió a casarse y tuvo dos hijos más, Aldo y Montse. Sacó adelante a su familia de mil maneras pues era un comerciante nato, pero el dinero nunca volvió a sobrar. Además, su salud decayó mucho.
En ese tiempo, mi abuela nos visitaba por temporadas; en una de esas visitas falleció, lo que fue otro duro golpe para nosotros.
La vida independiente
Fui un adolescente muy rebelde; mi papá se llevó a su familia a Juárez por una temporada y yo no quise seguirlos, así que desde los 16 años tuve que valerme por mí mismo, pagando rentas y trabajando aquí y allá para comer.
Aprendí que el único que puede sacarme adelante soy yo mismo; por eso siempre di más de lo que esperaban, quería llegar a ser alguien. También entendí que yo valgo por mí y no por lo que tengo, eso me ha ayudado a siempre tener los pies en la tierra.
Ayudé a mi hermano a hacer eventos para una cigarrera, trabajé en una vinatería y al mismo tiempo estudié la carrera técnica en Turismo.
Quien me introdujo al medio turístico fue mi hermana; me veía batallando y me invitó a trabajar donde estaba ella, el hotel Radisson (hoy Emporio). Comencé de bell boy y pasé por todos los puestos: recepción, teléfono, guía de turistas, auditor nocturno y más.
Cuando mi papá regresó de Juárez yo ya no quise vivir con él; había días en los que me tragaba el orgullo y le pedía MX$50 para comer y mis camiones, pero me daba muchísima pena porque ya no quería ser una carga para él.
Evolución en puerta
Una noche, estaba en mi departamento vacío cuando tocaron a la puerta, era mi hermana pidiendo que la dejara pasar; recuerdo que antes de abrir la puerta yo ya sabía que mi padre había muerto. Sí, había sufrido un paro cardiaco. Durante su funeral fui quien se mantuvo más sereno, creo que lloré hasta que estuve solo, después del entierro.
Mi papá nos dejó una pequeña herencia, que compartimos con mis medios hermanos; con mi parte compré una cama y muebles.
Aldo mi hermano y yo éramos muy unidos. Casi un año después de la muerte de mi padre, falleció su mamá y la familia de ella nos impidió verlos más, así que si lo hacíamos era a escondidas, fue una época muy difícil.
A los 18 años me había quedado solo, mis hermanos ya se habían casado; creo que por mi soledad tomé una decisión precipitada, me fui a vivir y después me casé con mi novia de ese entonces, con quien tuve a mi hijo Fernando cuando yo tenía 22 años.
Siempre he estado en contacto con mi hijo, aunque no quise relacionarlo con la industria; hoy tiene 18 años y vive en Aguascalientes. Estoy muy agradecido con su mamá porque a pesar de que lo nuestro no funcionó, no impidió que yo fuera parte de su vida y criamos a un niño sano, muy responsable y muy maduro. Estoy muy orgulloso de él, ha sido el motor que me impulsa a seguir adelante.
Siempre en movimiento
Cuando el Radisson cambió a Continental Plaza me pasé al departamento de Ventas, encargándome de la región Durango-Coahuila-Chihuahua y un poco de Bajío; allí conocí a Mercedes Alcántar, que manejaba la cadena.
Una anécdota curiosa fue cómo aprendí a manejar. Me pusieron a hacer blitz con Gerardo Borrego y al preguntarme si sabía manejar dije que sí, pero en realidad me enseñé viéndolo a él, hasta que un día me animé a tomar el volante en la carretera de Zacatecas a Monterrey. A estacionarme aprendí un fin de semana antes de hacer mi primer blitz solo.
Nuevos aires
En mi último año en Zacatecas llegó un gerente nuevo, que despidió a muchos, incluyendo a mi jefe; durante muchos meses me encargué de todo el departamento, con el mismo sueldo y un trato pésimo.
La situación era muy pesada y cuando no pude más, hablé con Mercedes, quien me invitó a trabajar en las oficinas de SIDEK en Monterrey. Con mi liquidación en Zacatecas compré un bochito y me fui manejando hasta Monterrey, tardé dos días y medio y llegué en pleno verano.
Recuerdo que en el trayecto iba pensando si había cometido un error, no pude llevarme a mi hijo ya que la compañía estaba en plan de desinversión y podía desaparecer de un día para otro, así que no quise desarraigarlos.
En mi cuarto no tenía ni un ventilador; después Germán Castañeda me invitó a compartir un departamentito por un año, hasta que la oficina de Monterrey cerró; entonces tomé la opción de mudarme a Guadalajara.
Occidente y Centro
Recuerdo que de la oficina Guadalajara era quien visitaba más agencias, hasta 20 por día. También acomodaba folletos, movía cajas, siempre dando más de lo que me pedían.
Cuando cerró Guadalajara, liquidaron a todos menos a mí. Me fui a CDMX, donde me pagaban menos y llevaba todas las cuentas de Norte y Occidente; durante esos años seguí tomando carretera cada semana para visitar a mi niño, aunque en ese entonces su mamá y yo ya nos habíamos separado.
En SIDEK decidieron que Guadalajara había quedado muy desatendido, fui el encargado de reabrir la oficina y estuve allí año y medio, hasta que el corporativo finalmente fue vendido y fui liquidado. Con mi liquidación viajé con mi hijo a Cartagena y me compré una camioneta nueva.
Llamada de Palace
Una semana después de regresar, recibí una llamada que cambiaría nuevamente mi vida. Hablaban de Palace Resorts, les habían entregado mi currículo y querían entrevistarme en Cancún.
En ese entonces nadie conocía la marca en México, yo nunca los había escuchado; busqué algunos folletos para saber un poco más y me lancé a Quintana Roo.
Llegué por la noche y al entregarme mi habitación, me sorprendió que ésta tuviera jacuzzi, ¡eso nunca se había visto en hoteles nacionales! Recorrí el hotel para ver qué vendería y en la mañana conocí a Bernardo Santillana (actual director corporativo de RCD Hotels).
Ese mismo día me entrevistó don Roberto Chapur (propietario de la cadena hotelera), quien me contrató allí mismo y entramos a mi primera junta, hicimos un recorrido express por todo el complejo y algo muy curioso, me pagaron mi primer mes por adelantado.
Rompiendo paradigmas
Regresé a Guadalajara y comencé a trabajar. Propuse hacerles un plan para esta apertura pero me indicaron que ellos lo harían, puedo asegurar que hoy por hoy todavía tengo clips de los que me mandaron en esa ocasión, hace ya más de diez años.
El mercado nacional constituía menos del 1% del total, sólo tenían un contrato con Mexicana de Aviación. Yo abrí contratos de tarifas netas, hice tarifarios, comencé a promocionar grupos y bodas, Tour & Travel, cubriendo expos y eventos, todo esto yo solo por alrededor de ocho años.
En 2005, el huracán Wilma arrasó con Cancún; la oficina Occidente cerró y tuve que mudarme a Puerto Vallarta, a trabajar desde el recién inaugurado Vallarta Palace.
El personal operativo no estaba acostumbrado al mercado nacional y me reclamaban a mí; en la primera semana de operación desaparecieron más de 500 toallas faciales, durante el primer mes les robaron dos camionetas y muchos se fueron sin pagar su cuenta.
Otros tantos no sabían cómo usar un jacuzzi o se metían con camiseta a la alberca, era una experiencia nueva para ambas partes.
Han sido años de trabajar para que el personal entendiera cómo viaja el mexicano, y también para acostumbrar a los viajeros nacionales a una forma diferente de vacacionar, Palace fue un concepto que llegó a revolucionar la hotelería nacional.
Pérdida personal
Estando en Vallarta recibí uno de los peores golpes de mi vida. Mis medios hermanos Aldo y Montse habían tenido una vida muy difícil, yendo de aquí para allá con sus familiares, quienes les habían quitado lo poco que mi papá les había heredado.
Veía batallar mucho a Aldo, y al estar yo más estable lo invité a irse conmigo, él había aceptado y estaba arreglando todo para que alguien se hiciera cargo de su hermana mientras él no estuviera.
Poco antes de que Aldo se fuera a Vallarta, me llamaron para informarme que había muerto: lo habían asaltado y asesinado en Zacatecas. Tenía 15 años; su muerte ha sido una de las que más me han dolido quitar en mi vida.
Presente rockero
En 2012, varios de los Palace se convirtieron en Hard Rock, desde entonces soy parte de su equipo comercial; me mudé a Guadalajara y aquí me encuentro hoy.
Si volteo hacia atrás, me siento bien de lo que he logrado a pesar de todas las dificultades, creo que he dado lo mejor de mí, tengo mi conciencia tranquila y estoy en paz.
Lo que he hecho en el turismo ha sido con amor y aún me falta mucho por hacer y aprender. Vienen buenos retos y muchas cosas interesantes, me he puesto metas personales y sé que voy a cumplirlas.
Cada ciudad, cada cambio ha sido una etapa de la que he aprendido, no concibo trabajar de otra manera. En mi vida lo he tenido todo y me he quedado sin nada, así que el éxito no me marea; muchos pueden hablar, pero quienes me conocen saben cómo soy realmente. Y lo más importante, yo sé quién soy.
Soy Jesús José Morales Reyes, y ésta es mi historia.