Edna Gutiérrez Directora de RRPP para México y Latinoamérica de la Oficina de Turismo de San Diego
En mayo de 2014 Edna Gutiérrez comenzó a colaborar con la Oficina de Turismo de San Diego, California, y su primer viaje oficial fue precisamente a la Perla Tapatía. Hoy está de vuelta en tierras jaliscienses, dos años más sabia y aun todavía más enamorada y orgullosa de la ciudad que la adoptó y la cuenta como una de los suyos. Al platicar, escuchas en su tono de voz el gusto que siente por representar esta marca: “Presumir San Diego es algo que me llena; en estos años he aprendido más sobre mi propia ciudad y qué partes le interesan más al mercado mexicano, es un placer ver que poco a poco nos identifican como mucho más que un destino de playa y parques temáticos”, asegura.
Panza llena…
Edna asegura ser una foodie de corazón, y en San Diego ha encontrado un paraíso para el paladar: “Llevo 18 años viviendo en San Diego y siempre me sorprende. Como mexicana sé que somos de buen comer y siempre buscamos sabores nuevos; vivimos a través de experiencias que nos enriquezcan más que el tomarnos la típica fotografía en el lugar de moda, y en San Diego hemos logrado esto a través de la comida, desde lo más internacional hasta lo más nuestro, la cocina “Cali-Baja” (una muestra de nuestra herencia cultural mestiza), ya que el concepto “de la granja a la mesa” es verdaderamente nuestro estilo de vida”.
Sus palabras van pintando deliciosos cuadros gastronómicos que muestran diferentes rostros de la ciudad: Little Italy y sus mercados donde encontrarás puestos de erizos frescos; los deliciosos tacos de pescado de Gaslamp Quarter ; los restaurantes hipster de North Park, desde los veganos hasta los exclusivamente carnívoros; las cervecerías de la calle 30; la cocina orgánica Isla del Coronado, cuyo hotel cuenta con su propio huerto; los elegantes restaurantes de La Jolla, muy acordes al estilo de vida de este vecindario de lujo… “Todas son experiencias diferentes, y si nos animamos a salir un poco del camino que siempre recorremos, encontraremos lugares sorprendentes, con la tranquilidad de que podemos explorar sin problemas ya que es una ciudad segura”, afirma.
Una bebida que acerca a las personas
“En San Diego tenemos una gran cultura cervecera, algo que no todos conocen ¡pero que todos disfrutamos! Casi cada día encuentras una cerveza nueva (hoy tenemos más de 115 marcas), y los bares y restaurantes compiten por ver quién tiene la creación más nueva o la colección más grande; incluso muchas cervecerías tienen tours guiados donde puedes aprender el proceso de producción de esta bebida”, dice risueña, agregando que para disfrutar con más comodidad de estos paseos, recomienda usar el transporte público o privado y así consumirlas sin remordimientos: “Es curioso cómo la cerveza puede refrescarnos el estómago y calentarnos el corazón al mismo tiempo, éstas son las experiencias y el turismo por los que estamos apostando muy fuerte en la ciudad”, comenta.
Cumpliendo su sueño
Para ella, estar donde se encuentra es lo mejor que le ha pasado: “Toda mi vida trabajé en medios y Relaciones Públicas; pero cuando descubrí todo lo que el turismo implica, la profesión me enamoró, es un sueño porque combina lo que siempre quise hacer: especializarme en el mercado mexicano (con viajeros fieles que regresamos a donde aprecian y nos tratan bien), y además representar a San Diego, “sacrificarme” probando nuestra gastronomía, nuestros tours y atractivos para ustedes” (risas). Por un momento se pone seria y asegura: “A veces no sabes qué pedirle a Dios o al Universo, pero pides de todos modos, y eventualmente llega a ti lo que necesitas; para mí eso fue representar a San Diego, vivirlo y mostrarlo a mi México querido que me recibió con los brazos abiertos desde mi primer viaje; aquí he hecho amigos que me da mucho gusto reencontrar en mis viajes y con una rica charla compartirles este amor que siento”.
Finalmente, al preguntarle por qué cree que la ciudad ha dejado una marca tan honda en su ser, confiesa: “San Diego tiene algo especial que se te queda en el corazón; basta con que salga de viaje para que al regresar, cuando contemplo por la ventanilla del avión cómo se van haciendo más grandes las casas y edificios, mi corazón lata más rápido y así sé que estoy volviendo a casa”.