Enrique Beltranena, CEO de Volaris
Siendo el presidente de Volaris, una de las empresas mexicanas de mayor crecimiento no sólo a nivel turístico sino en todo el país, Enrique Beltranena podría parecer alguien inalcanzable; sin embargo, quienes han estado al pendiente de su trayectoria son testigos de que a pesar de su alto rango es un hombre centrado y por sobre todas las cosas, humilde.
“Hace nueve años mi vida dio un giro; yo era un alto ejecutivo de la aviación, tal vez el segundo más importante en Centroamérica, pero decidí “quemar mis barcos” y mudarme a México. Vi un mercado aéreo con precios que muchos no podían pagar, y la oportunidad de brindar un servicio de calidad al alcance de más personas era algo que no podía dejar pasar”. Pocos meses antes de emprender esta aventura empresarial, uno de sus hijos le compartió sus dudas al respecto: “Le dije que una de las cosas más importantes que quería lograr antes de retirarme era construir algo, no sólo una maquinaria de ganancias sino una herramienta de desarrollo social y económico para nuestras comunidades; esta empresa es un sueño hecho realidad, hemos desarrollado más de 40 rutas para que cada vez más personas puedan volar, tendiendo un puente para el crecimiento de México”, afirma.
Enrique mantiene su imaginación en el aire pero sus pies en la tierra y en muchas ocasiones lo ha demostrado al viajar como un pasajero más en sus vuelos: “Nuestra filosofía es acercarnos a nuestros clientes; muchos de ellos son personas que normalmente viajarían en autobús, así que queremos que se sientan parte de nosotros y por eso incluimos sus nombres en nuestros fuselajes y hablamos su lenguaje en nuestras campañas”; todo esto exige que él sea el primer ejemplo para su organización de cómo acercarse al corazón de sus pasajeros: “Estoy convencido de que éste ha sido un experimento donde Dios nos ha bendecido mucho, lo hemos hecho con Su mano y gracias a la virgen de Guadalupe”, afirma.
Esos mismos valores se los ha sabido transmitir a sus hijos: “Ellos deben ser un reflejo de nuestra filosofía del trabajo con la gente; no concibo que crean que lo que hemos construido en estos años sea para su beneficio sino al contrario, hemos procurado que sean cercanos a las personas y que sepan que no tienen ningún puesto garantizado; cuando llegue el momento, mis ejecutivos serán quienes decidan si ellos tienen los méritos y las calificaciones para competir al nivel de nuestros mejores elementos”.
Enrique divide su corazón entre sus dos patrias: “Tengo un hijo guatemalteco y tres mexicanos; definitivamente “dejé tirado el ombligo” en Guatemala, pero el agradecimiento a México por cómo me ha tratado a mí, a mi familia y a mi empresa, es infinito; verdaderamente ésta es nuestra nueva patria y la queremos con todo el corazón”, nos comparte.
Ahora que ya cumplió el sueño de conectar a los dos países de sus amores, Enrique y su compañía emprenderán nuevos vuelos: “Queremos ser una línea aérea con más cobertura en todos los aspectos; Centroamérica será la semilla de nuestro crecimiento en los próximos cinco años. Existe el Caribe, está Canadá, y hay más de 25 ciudades en los EE.UU. a donde queremos llegar; seremos así una aerolínea mucho más consolidada, siempre con precios bajos y muy cerca al corazón de todos los mexicanos”.
Finaliza con un comentario sobre el futuro: “Cuando ves que el mercado de los autobuses transporta a 2,700 millones de viajeros al año y lo comparas con la aviación y sus 65 millones de pasajeros anuales, ves que hay mucho trabajo por hacer; yo siempre agradezco a mis competidores, que día a día hacen que luchemos por dar el mejor servicio y los precios más justos”, puntualiza. Con esa energía y visión de mercado, no hay duda de que tenemos Enrique Beltranena para mucho tiempo más.