Ana Rosa Escalante, directora general de Viajes Universo
Quienes hemos tenido el gusto de conocer a Ana Rosa Escalante sabemos que es una mujer entregada al turismo y por eso agradecemos que nos permitiera conocer un poco más sobre sus inicios en la industria, en la que comenzó a participar de una manera peculiar: “Yo siempre he dicho que era la vergüenza de mi papá porque él era ingeniero y mis hermanos salieron casi todos científicos; yo no, yo me la pasaba leyendo libros y aprendiendo historia y geografía. Cuando yo terminé la preparatoria estudié Música, pero a los 18 años tuve un accidente que me dañó la columna y eso me impidió dedicarme al piano. En ese entonces, uno de mis hermanos estaba haciendo una maestría en Escocia, así que mi papá me envió allá de vacaciones y a estudiar inglés”.
Esas vacaciones de 1976 se convirtieron en el inicio de su romance con el turismo: “Siempre me ha pasado así, voy de visita a un lugar y termino quedándome allí (risas). El inglés siempre lo había estudiado y no me entraba “ni a patadas”, pero en Glasgow nadie habla español y algo se me debió haber quedado en el “software” porque pasé mis exámenes muy bien; el Consejo Británico me ofreció un puesto de asistente de español pero me había dado cuenta de que quería dedicarme al turismo, por lo que me dieron una beca para estudiar en Londres”.
Su primer trabajo fue en el Kensington Palace Hotel, justo frente al palacio de Kensington, en el corazón de la capital británica; fue una etapa muy intensa en su vida porque aprendió a trabajar en todos los departamentos de la propiedad, desde recepción hasta mantenimiento e intendencia: “Hasta me dio calentura cuando me tocó hacer cuartos (risas), pero donde más éxito tenía era en Relaciones Públicas porque nadie en el hotel era bilingüe y yo me encargaba de recibir a los grupos de latinoamericanos; vivía en el hotel, metafórica y literalmente (risas) y me iba muy bien”, nos dice. En ese entonces conoció a su marido, que es español: “La verdad Ramón ni me gustaba cuando nos conocimos (risas)
ya en serio, ha sido un marido tan hermoso y un gran apoyo en mi vida, nadie más me hubiera entendido y aguantado tan bien como él lo ha hecho siempre”.
Cuando vivió en Europa, Ana Rosa aprovechó sus tiempos libres para viajar: “Conocí Salzburgo, es mi ciudad favorita en el mundo, porque de las montañas nomás falta que baje Heidi cantando; conocí Grecia, Yugoslavia y Gran Bretaña, obviamente. Todo me ha dejado unas enormes ganas de disfrutar la vida, cada día es una experiencia que te regalan y no hay que desperdiciarla”, nos aconseja. Sin embargo, siempre tuvo claro que su vida estaba en México; durante una visita a Guadalajara, Ofelia Monnier, quien en ese entonces era gerente de Ventas del hotel Castell Plaza del Sol, le ofreció ser su asistente: “Acepté sin dudarlo; fue un cambio muy importante porque en México el trabajo turístico es mucho más intenso, aquí somos todólogos; estamos hablando de hace más de 35 años, yo tenía ya bastante experiencia en hotelería pero las cuestiones de oficina no se me daban todavía (risas), y aún así Ofelia me dio la oportunidad y me encantó el ambiente de trabajo, éramos un equipo muy padre, además estar en mi país no tenía precio; estuve con ellos más de 12 años”.
Ana Rosa sabía que si tenía hijos tendría que tomar una decisión importante: “Eran jornadas pesadísimas y cuando tuve a mi hija, que fue un regalo de Dios, renuncié al Castell; pero me aburría mortalmente porque no sé estar en mi casa, así que entré a trabajar en Vidafel vendiendo tiempos compartidos, y allí estuve seis meses”. En ese entonces conoció a Mercedes de la Torre, dueña de Viajes Universo, quien la invitó a trabajar como ejecutiva de ventas; Ana Rosa aprovechó que durante su tiempo en Plaza del Sol los locatarios la buscaban para que organizara sus viajes, y aceptó: “En menos de año y medio Mercedes y yo ya éramos socias y fue lo mejor que me pudo haber pasado; esta labor me apasiona, me encanta conseguir cosas importantes para nuestros clientes”, apunta.
Fue la primera en trabajar en conjunto con la Universidad de San Diego en programas estudiantiles y vacacionales, algo que recuerda con mucho cariño: “Cuando teníamos la sucursal en Chapalita yo veía pasar “güeritos” que me compraban viajes, ellos mismos me invitaron a conocer al director de su programa y él me invitó a visitar San Diego para entrevistarme con las autoridades de la universidad para manejar sus viajes a México. Durante los 26 veranos que colaboramos yo me llenaba de energía con la vibra de estos chicos y además fue una manera muy bonita de convivir con mi hija Ana Rebeca, porque ella ya tenía trece y me ayudaba y acompañaba en los viajes, incluso me la “malcriaban” porque le pagaban un sueldo altísimo y se acostumbró a recibir mucho dinerito (risas); ahora los viajes ya no existen debido a la situación de seguridad en nuestro país, aunque espero que en el futuro se reanuden porque fue mi “programa-bebé” y una de las experiencias más enriquecedoras de mi vida”, recuerda. También está muy orgullosa de los viajes deportivos, porque le han dado muchas satisfacciones: “Para mí ningún cliente es diferente, y en los viajes deportivos no hay jerarquías, tu única competencia eres tú mismo”, asegura, y mientas nos cuenta la historia de varios de los maratones más famosos del mundo, podemos notar su entusiasmo por esas competencias: “Soy la única organizadora que no corre, pero me llevo bien con todos los directores de las carreras y también con todos los corredores; trato de conocerlos a todos porque todos tienen una historia que contar y todo eso te enriquece como persona”.
Pasamos al tema GeoTravel, que nació cuando las aerolíneas retiraron las comisiones a las agencias en el año 2000: “Juan [Pérez] y yo usábamos Amadeus y sus asesores nos recomendaron agruparnos, así que nos reunimos ocho agencias, entre ellas también la de Memo [Guillermo Quezada], a quien yo conocía desde chiquito. Finalmente cuando nos afiliamos a Edenia nos dimos cuenta de que Juan, Memo y yo teníamos la misma visión y decidimos unirnos nosotros tres, así fue como nació Geo Travel”. Para ella, la clave de que una empresa dirigida por tres personas que además de colegas son competencia, es el respeto: “Cada uno de nosotros es muy bueno en lo que hace, Juan es excelente para administrar, Memo lo es para la implementación de tecnología, y a mí me encantan las ventas… claro que ha habido desacuerdos entre nosotros, por ejemplo Juan se infarta cuando me oye decirles a mis clientes “no se preocupen, yo les quito sus pesos de encima
y sus dólares
y sus euros” (risas), pero nunca nos hemos peleado, se necesita madurez para entender debemos apoyarnos entre los tres para que a todos nos vaya bien, y así lo hemos hecho hasta el momento”, nos comparte, satisfecha.
Esta tenaz mujer asegura que no ha parado un día desde que comenzó a trabajar: “Trato de combinar el rol de esposa, mamá, abuela y empresaria; es difícil pero hasta el momento no he tenido quejas (risas). Cuando Mercedes se retiró hace cuatro años, acondicionamos las oficinas actuales y bendito sea Dios nos ha ido muy bien, la agencia ha crecido mucho. Entre los maratones y los viajes a la medida no me la acabo (risas), es que me encanta atender directamente a mis clientes, los trato como si estuvieran bordados a mano porque es lo que todos merecen”, concluye.