El otro Madrid
La ciudad de Madrid, España, es una popular puerta de entrada a Europa; cada año la visitan miles de turistas y gran cantidad de circuitos europeos comienzan allí. Todos los días los viajeros visitan sus sitios más emblemáticos, como son la Puerta del Sol, la Plaza Mayor, el Museo Reina Sofía y muchos más. Pero, ¿qué hay de ese Madrid que sólo los locales y los viajeros expertos tienen la oportunidad de experimentar?
La vida en Madrid es relajada y gira prácticamente en torno a su gastronomía. Los circuitos turísticos que visitan ciudades con paisajes milenarios, como Toledo con su arte mudéjar, el doble acueducto romano de Segovia o la amurallada Ávila, se llevan a cabo en una mañana; por lo tanto, por la tarde el viajero tiene la opción de conocer esa otra faceta de Madrid, la de los hermosos parques y las noches de diversión, bares, comida y luces.
Con uno de los mejores sistemas de transporte público del mundo, Madrid es una ciudad que se goza intensamente. El madrileño se levanta temprano y realiza su labor de todos los días; en cambio, tras caer el sol se respira un aire diferente: las calles se llenan de gente que va y viene despreocupada, buscando el bar donde sirvan las mejores “tapas” (botanas españolas) y se pueda disfrutar de una deliciosa “caña” (vaso pequeño de cerveza bien fría). En una noche se pueden visitar cuatro o cinco bares diferentes y en cada se consume una “caña” o una copa de vino de la Rioja, siempre acompañados de “tapas”, tortilla española (tradicional o en sus versionesgourmet), cocido madrileño, bocadillos de calamar, platos de queso, aceitunas y muchas cosas más, porque el español bebe no para embriagarse, sino para disfrutar.
En la ciudad abundan también los mercados gastronómicos, muestra de los cuales es el Mercado de San Miguel, remodelado hace algunos años para albergar un corredor gastronómico donde hasta el más exigente amante de la cocina encontrará algo a su gusto. El producto español por excelencia es el jamón ibérico o serrano, cuya preparación es un arte que se alarga por meses e incluso años. Para dar una idea de la importancia que tiene este producto, existe una tienda llamada “El Museo del Jamón”, que combina restaurante, bar y exposiciones y donde puedes admirar las piernas curadas, colgadas a lo largo y ancho de sus paredes, mientras comes un delicioso bocadillo de jamón de bellota (el más caro y de mejor calidad) con aceite de oliva.
Otro lugar que es tradición visitar todos los domingos es El Rastro, un enorme bazar al aire libre donde puedes encontrar antigüedades y objetos de colección, productos artesanales y de segunda mano; es obligado recorrerlo a pie durante todo el día, o detenerse en uno de los barecitos que abundan por la zona para disfrutar la vista y tomar una refrescante caña a cualquier hora del día.
Lo más grande que puede sucederle a una persona es abrirse al mundo y conocer sus culturas; todo destino tiene mucho más que ofrecer además de sus museos, arquitectura y sitios icónicos, sólo es cuestión de abrir los ojos y, ¿por qué no?, el estómago a esa infinidad de experiencias. Madrid te invita a recorrerla, degustarla y vivirla, con su abanico de opciones que llamarán la atención del viajero más experimentado. A mí me sorprendió y dejó una huella profunda en mi persona.