Carta del Director 234
“Quizás viajar no sea suficiente para prevenir la intolerancia, pero si logra demostrarnos que todas las personas lloran, ríen, comen, se preocupan y mueren, puede entonces introducir la idea de que si tratamos de entendernos los unos a los otros, quizás hasta nos hagamos amigos”.
– Alvin Toffler –
A más de alguno como a mí le cuesta conciliar el sueño en estos tiempos de pandemia, tal vez porque las últimas horas del día las centramos en nuestros pensamientos y las ideas van y vienen, también es el momento cuando más podemos charlar con la pareja o dedicar tiempo a la familia para ver una peli, y cuando por fin conciliamos sueño, lo poco que se puede, resulta que es hora de despertar y la fuerza de la costumbre nos hace creer que todo está bien, que llevaremos a los niños a la escuela, que nos prepararemos para el trabajo, tomaremos los tenis para ir a correr… ¡pero no, esta vez no se puede!
Quienes tenemos la fortuna de poder quedarnos en casa, por conciencia no podemos ni debemos salir, y piensas y maldices: “ojalá no estuviera pasando esto, ojalá nunca hubiera llegado a nuestro mundo este virus”. Los daños colaterales de Covid-19 son igual o más atroces que los que está ocasionando en la salud, esos que a diario vemos en tv y en el celular, pero los que estamos en la industria turística lo sentimos a herida abierta y no vemos la hora de volver a componer todo… o lo que se pueda.
Vamos a necesitar de mucho talento, capacidad, solidaridad y más para sacar al turismo del lugar en que lo ha dejado esta pandemia. Aunque no todo es malo, por redes sociales nos estamos enterando de cómo la baja de actividad humana hace que la naturaleza, principalmente la fauna, recupere tímidamente el terreno que por derecho les pertenece; el aire también parece purificarse; en el océano sus habitantes no creo que nos extrañen. Hay que entender la lección, casi como obligación debemos salir de esto más conscientes, pensantes, sensibles, en una palabra “más humanos”.
Será un hecho que el coronavirus se instalará como miles de enfermedades más en nuestro planeta, se convertirá en algo que estará ahí para siempre, ¡pero el turismo también! Somos una actividad llena de vida, una industria noble y dadora de recursos y no la mata nadie, porque sabemos resurgir.
La naturaleza del hombre es moverse, somos curiosos por naturaleza y dentro de nuestras tantas ambiciones está la del conocimiento, la de socializar, aprender, ser más cultos y una de las principales para obtener todo ello, es el viajar.
Tendremos que adaptarnos a las nuevas formas, a una paulatina recuperación. Primero se dará de una forma local, saldremos a nuestros lugares cercanos con la familia y amigos principalmente vía terrestre, los que tengan playa, convertirán el sol y las olas en su destino natural, y los que tengan ciudades coloniales el encanto rondará entre arquitectura e historias de antaño. Este modelo se replicará en todos los países, en pocas palabras el turismo doméstico será la clave para la recuperación.
Pero ya verán que pronto nos estarán sellando pasaporte y estoy seguro que visitaremos de nuevo lugares icónicos y nos daremos la oportunidad de ir a nuevos rincones, libres de conglomerados, en parte porque pienso que se aproxima un turismo más responsable, sostenible y amigable con el medio ambiente. Para quienes no piensen así… ¡deberán hacerlo! No importa que sean del segmento de negocios, reuniones, bodas o leisure, porque el turismo resurgirá y de una manera sana para todo el planeta.
Jesús Romero Palacios
Director General