SOY: RAFAEL ROMERO VALLEJO
“No me gusta que la gente me vea cabizbajo, aunque haya malos tiempos yo trato de ser optimista, ESE SOY YO, EL LADO BUENO AÚN EN MOMENTOS AMARGOS”.
Soy una mezcla entre chilango, acapulqueño, vallartense. Yo nací en CDMX y viví ahí hasta los seis años, a partir de entonces llegué a Acapulco y prácticamente viví toda mi infancia, adolescencia y juventud en el puerto, por eso yo me siento de ese lugar.
Me tocaron todos los 80 y 90 en Acapulco, agradezco haber crecido ahí porque mi infancia fue de lo más bonita, me salía a jugar fútbol con los primos, los amigos, me encantaba subir a las palmeras y me la vivía en la playa.
¡Ya de joven qué te puedo decir, me la súper “pachangue”! Iba a los antros desde los 15 años, a los que eran los News, Atrium, Palladium desde que inició, la verdad es que sí disfruté la vida nocturna de Acapulco, pero eran otros tiempos, era súper seguro.
YO NO ME QUERÍA IR, ME REGRESARON
Estaba muy contento estudiando mi primer semestre de la universidad en Acapulco, era nueva se llama Universidad Americana y yo estaba en la segunda generación de turismo, aparte ahí estaban todos mis amigos.
En ese momento y de nuevo por cuestiones de trabajo mis papás deciden regresar a vivir a CDMX, la verdad yo no me hacía allá, ya era todo un costeñito, y les dije a mis papás: ‘que les vaya bien’, bueno no les dije así verdad, mi hermana la que sigue de mí, Patricia, y yo hablamos con ellos y les dijimos que nos quedaríamos a estudiar, teníamos la casa, auto y todo, la pintamos bien bonito la verdad.
¿Y qué crees? ¡Pues no se puedo! Los dos solos y en Acapulco parecíamos desbocados, nos la pasábamos de vagos mi hermana y yo y le empezaron a llegar quejas a mi mamá y a mi papá de que nos la pasábamos fuera y pues que mi mamá nos dice: “se me vienen para México”.
Así regresé de nuevo a la CDMX, cuando llegué mi mamá ya había arreglado mi ingreso a la Universidad del Valle. Y al inicio no me gustaba nada, desde el clima, luego mis compañeros me hacían bullying porque de verdad hablaba bien de costa y hasta te movía la panza y todo, me decían que Marimar, Brody, El Costeño, de todo.
Pero pues me hice a la idea y poco a poco me fui ganando a mis compañeros por mi personalidad. Entendí que CDMX era para estudiar y desarrollarme y en Acapulco vacacionaba o me iba los fines de semana y me la pasaba súper bien.
NO SOY DE AQUÍ, NI SOY… BUENO, ¡SOY DE ACAPULCO!
FUSIÓN PERFECTA: TURISMO Y VENTAS
Mi mamá, Rita Vallejo, siempre ha estado en el turismo, desde que ella vivía en Acapulco trabajaba en el Hotel Las Brisas y mi papá, Rafael Romero, se desarrolló en el área de ventas en compañías como Lee.
En la secundaria y prepa no sabía que quería estudiar, me metí a la carrera de turismo porque vivía en Acapulco, mi mamá estaba en la hotelería y por seguir a mis amigos. Eso sí, desde chico me gustaba trabajar y hacía prácticas en Las Brisas, estuve en el área de cocina, bares, en todo el departamento de alimentos y bebidas.
De hecho, era muy bueno en la cocina, el chef del hotel quería que yo estudiara eso, le decía a mi mamá que tenía potencial, porque era bien matado, me estaba hasta las 23:00 horas y pelaba papas, hacía chiles en nogada, ¡de todo! Pero lo que no me gustaba era tener que estar con el gorro puesto, lo caliente y sudando.
Me acuerdo bien el día que me atrajo el área de ventas, vi a una chica del departamento que llegó con un grupo y les daba el recorrido por el hotel, todos muy nice y en cocteles, ahí dije: “yo prefiero estar en ventas”. Aunque te voy a decir, lo buen cocinero no se me quita, me sigue encantando eso de cocinar.
LA BIENVENIDA AL MUNDO LABORAL
En Westin Galería Plaza comencé a hacer prácticas en el departamento de ventas, yo les ayudaba a todas y fueron mis maestras, me acuerdo como me ponían enfrente del fax y me daban las hojas con las promociones y ahí me tenías mandándolas una por una, poco a poco me fueron llevando a sus citas y conocía cuentas.
Al terminar la carrera vi un anuncio del Hotel Copacabana, justamente de Acapulco solicitaban un ejecutivo de ventas, y el perfil era de todo lo que yo sabía hacer por mis prácticas en el Galería Plaza, fui a entrevista y me quedé como representante en CDMX.
Ahí inició mi carrera en la hotelería, siempre he estado en este ramo y enfocado en las ventas.
Después entré a SIDEK, y estar ahí era lo máximo, eran ejecutivos súper seleccionados y manejabas diferentes hoteles, tenían 35 propiedades y yo veía de Acapulco, Ixtapa, y hasta de Veracruz.
Mi primera gerencia de ventas me la ofrecen donde hice mis prácticas, el Westin Galería Plaza, la verdad es que estaba muy bien y es en esta etapa en la que ya comienzo a vivir solo, independizarme y nace mi hijo, Santiago. Puedo decirte que su nacimiento es la mayor responsabilidad que ha llegado a mi vida, pero también la más grande satisfacción, verlo tan pequeño y ahora es todo un joven de 17 años.
UN CAMBIO DE VIDA
Estaba mi hijo pequeño cuando me ofrecen trabajar en el hotel Castillo Santa Cecilia, en Guanajuato, yo quería más tranquilidad para mi hijo.
Mi llegada al Occidente del País fue con Vamar, me ofrecieron trabajo y la plaza estaba en Guadalajara. Cuando llego a la zona y conozco a los hoteleros y mayoristas supe que este era mi lugar, todos tan relajados y la forma en la que se convivía, mi primer blitz con ellos fue con Record Vacation y hacíamos del trabajo una fiesta.
Hace 12 años es cuando se da mi cambio de residencia con Hoteles Buenaventura, otra etapa maravillosa de mi vida, como siempre me rehusaba al cambio y al principio no me gustaba tanto Puerto Vallarta, pero ahora vieras como lo quiero, mi hijo también vive conmigo y aquí conocí a mi novia, Vanessa Gallardo, también es hotelera y ya llevamos seis años juntos, ¡cómo no sentirme pata salada!
Soy afortunado por todas las empresas que han confiado en mí; una de mis metas era tener una dirección y lo logré con Las Palmas by the Sea, desde hace cinco años que llegué a la fecha estoy orgulloso de mi equipo y los logros obtenidos.
LA DISCIPLINA COMO FORMA DE VIDA
Cuando llegué a Puerto Vallarta pesaba 87 kilos exactamente y me invitaban a jugar a los partidos de fútbol y actividades deportivas, pero pues ya estaba cuarentón y luego pesadito, era más como para que participara, pero yo siempre fui deportista me encantaba jugar fútbol y nadar desde pequeño; en Acapulco estuve en un equipo de clavados.
Lo que hice al ver que terminaba tan cansado es que comencé a correr, me iba por la playa, pero ni medía distancias ni nada, sólo por agarrar condición para el fútbol. Ahí conocí a una pareja de italianos y me pusieron en la cabeza el correr el Maratón de Mazatlán (diciembre de 2017).
Ese fue mi primer Maratón, lo corrí con Carlos Gómez y la verdad lo sufrí mucho, todo iba bien hasta el 35KM hice cuatro horas y media, en ese momento me gustó tanto que me puse a entrenar con un profesional, contraté a Pablo Olmedo, que es olímpico y de ahí me clavé.
En el 2018 hice el Maratón de Montreal y ahí bajé una hora de tiempo, lo terminé en tres horas y media; mi tercero fue el de Torreón y el cuarto Maratón ha sido el de Berlín, mi quinto se aproxima en abril que será aquí en Puerto Vallarta.
Hacer maratones implica todo un cambio de vida, ahora peso 65 kilos, me despierto todos los días temprano y corro de 10 a 12 kilómetros y fines de semana le pegas a los 20, la alimentación también cambia, pero es una satisfacción que no puedo describirte, correr es una analogía de vida donde suministras tu energía, tu potencial, es algo que puedes aplicar en lo laboral y la vida misma.
Soy deportista, disciplinado y mi mayor reto es hacer los seis ‘majors’ de maratones en el mundo. En cinco años espero completar todos… ¡Soy Rafael Romero, director de ventas y mercadotecnia de Hotel Las Palmas by the Sea!