Granito de Sal
Hay canciones que marcan tu vida y con el tiempo vas entendiendo el porqué de su mensaje.
La primera vez que oí la canción Granito de Sal, me pareció de una ternura infinita, una canción de amor con un profundo significado.
El autor es Carlos Duarte, con Pepe Domínguez en la música (ambos compositores yucatecos), quienes tuvieron una gran producción de canciones; se la dieron a popularizar a Guty Cárdenas y quizá ésta sea su canción más conocida. La primera vez que la oí me emocioné con su letra:
Dame pasión y consuelo
dale sabor a mi vida
como un granito de sal
y en mi cielo sé lucerito
y refresca mi alma herida
como un sonoro arroyito
arroyito de cristal.
Tus ojos con su belleza
me hacen mucho mal
pues si ellos en mi tristeza
son un puñal…
los adoro y los venero
aunque matándome estén
mira si en verdad te quiero
mira si te quiero bien.
Por eso para mi vida
y también para mi mal
vuélvete novia querida
como un granito de sal
Pero con el paso del tiempo me voy dando cuenta de que su solo título cambió mi vida. Un granito de sal…
Soy cocinera, sin este preciado elemento no podría vivir.
No sería lo que soy hoy en mi presente sin la presencia de ese granito de sal.
¿Qué sería de los alimentos sin este elemento, sin sus colores increíbles, sus texturas, sus finalidades?
¿Qué sería de los sabores de los platos sin la presencia elegante de este elemento?
Hay una divina selección de sales hoy en el mercado, y está de moda tener de varios tipos en nuestra mesa. Es sazonadora, es enriquecedora del sabor, es un elemento que no puede faltar.
Quizá la más común, la de mesa, se extrae de depósitos subterráneos de sal, con un porcentaje alto de aditivos como el yodo.
La sal Kosher, usada por la cultura judía, es extraída del mar y a veces de la tierra; sal gruesa, que se obtiene de salinas marinas, con cristales gruesos, tiene un sabor muy particular y es espectacular en la comida, además de ser la más sana.
La flor de sal, cosechada por evaporación en estanques y procedente de Francia; la sal hawaiana, de color negro porque está adicionada con carbón; la sal rosa del Himalaya, en bloques, extraídos de una mina de Paquistán… ahumadas, de colores, naturales, provenientes de procesos químicos, la sal le dará a los alimentos un sabor único e inigualable.
Pensemos en las sales mexicanas, que están a la altura de cualquiera del mundo, producidas mayormente en los estados de Sonora, Guerrero, Yucatán y Colima.
Colima está proponiendo ser Denominación de Origen, llamando a su marca “Espejo de Sal”, que se logra en grandes estanques donde se evapora el agua de mar y en su última humedad se ve como un espejo.
¿Se han preguntado qué sería de nuestra vida sin este precioso producto? Sólo de pensar en perder sabor, además de la textura y en muchas ocasiones, hasta el color de los platillos… se me hace impensable vivir sin ella.
Un granito de sal…
Por eso para mi vida
y también para mi mal
vuélvete novia querida
como un granito de sal
BETTY VÁZQUEZ, CHEF.
www.garzacanela.com