Marchando al son del Mardi Gras
La ciudad del blues, los beignets, los collares de colores, los carnavales, los paseos por el bayou, la fiesta, pero también de una historia que mezcla tradiciones de pueblos europeos, y uno de los destinos más franceses de EE.UU., se resume en dos palabras: Nueva Orleans.
Hasta allá llevó GTM Operadora a un afortunado grupo de agentes de viajes del Bajío, que llegaron dispuestos a aprender todo sobre la hotelería del destino y regresaron sorprendidos con la increíble vibra de esta ciudad.
El mejor comienzo
Los vuelos desde Bajío y Aguascalientes a través de American Airlines llegaron puntuales al inicio de la cita; junto con los agentes viajaban Tania Hernández, del departamento de Marketing de la mayorista, y Jorge Contreras, representando a la aerolínea. En el destino los esperaba María Manzella, directora de Turismo de la Oficina de Convenciones y Visitantes de Nueva Orleans, quien por cuatro días sería su anfitriona y cómplice de aventuras.
El hogar de esta alegre familia temporal fue el Royal St. Charles Hotel, que con sus cómodas habitaciones y gran ubicación (a cinco minutos caminando de Bourbon Street y donde se comienza a vislumbrar la silueta del Barrio Francés, además de estar justo en el centro de acción del famoso carnaval Mardi Gras) los recibió con los brazos abiertos.
Ciudad viva
Nueva Orleans es un destino donde la historia se respira en cada rincón; fundada en 1718 por los colonos franceses (quienes habían reclamado el territorio de Luisiana a finales del siglo XVII), quedó bajo el control de España en 1763, volviendo a manos francesas en 1801, bajo el gobierno de Napoleón Bonaparte y, finalmente, adquiriendo la nacionalidad estadounidense en 1803. Este cambio constante de bandera durante su primera época (además de una serie de grandes incendios que destruyeron enormes bloques de edificios), permitió que hoy las calles de la ciudad constituyan un caleidoscopio de estilos, con guiños de cada país europeo aquí y allá.
Sin duda, su calle más famosa es Bourbon Street, en el corazón del Barrio Francés. Si lo que buscas es vivir al puro estilo Nueva Orleans, debes recorrerla de día o noche; oficialmente no está permitido beber alcohol en la vía pública, aunque en realidad puedes adquirir la bebida de tu preferencia y llevarla contigo en un vaso de plástico. Una característica única de esta ciudad es que muchos bares y restaurantes permiten la entrada sin consumo mínimo, así que en una misma noche puedes tener la oportunidad de experimentar el ambiente de muchos bares sin tener que gastar (o beber) de más, divirtiéndote al ritmo del jazz, pop, rock, funk, cajun, ¡o cualquier ritmo que prefieras!
El mismo Barrio Francés es una joya que debes recorrer tranquilo. Para hacer una visita guiada, personas como Julie Barreda, propietaria de Destination Kitchen, te llevan a través de las callejas y recovecos, compartiéndote detalles arquitectónicos, históricos, los mejores museos y hasta tips de dónde comprar los mejores recuerdos que de otro modo quizá pasarías por alto.
¡Y a moverse! En Canal Street encontrarás uno de los medios de transporte más pintorescos de Nueva Orleans, el tranvía. Como nosotros, puedes tomarlo desde el centro de la ciudad y dirigirte a sitios como el centro comercial The Outlet Collection at Riverwalk, o simplemente tomarlo hacia el otro lado y recorrer toda su vía hasta las afueras de la ciudad, contemplando hermosas casonas de estilo francés, muchas tiendas y restaurantes, la impresionante Universidad Tulane y el maravilloso Parque Audubon, donde los robles centenarios te sorprenderán con sus enormes ramas que rozan el suelo.
¿Deseas vivir una de las experiencias más representativas de la ciudad? Entonces toma el autobús que te llevará a las entrañas de Mardi Gras World; en este lugar se construye casi la totalidad de los carros alegóricos que desfilan en el famoso carnaval que antecede a la Cuaresma, tradición que deja ver su histórico carácter católico. Conoce las técnicas de producción de enormes esculturas en fibra de vidrio y poliestireno (unicel) que cada año reflejan los intereses de sus habitantes. No te vayas sin probar el king cake; este tradicional pastel es la versión local de la rosca de Reyes y tradicionalmente sólo se sirve durante Mardi Gras, ¡incluso contiene un Niño Dios en su interior!
El estado de Luisiana tiene un programa de rembolso de impuestos para los visitantes, no olvides presentar tu pasaporte en cada tienda. Más información en www.louisianataxfree.com.
Un pedacito de historia
Si sigues de ánimo explorador, ¿qué te parecería viajar al pasado? Esto es posible si visitas alguna de las antiguas plantaciones de caña o algodón que poblaban la región y que hoy son auténticos museos de la vida de Luisiana.
Una gran opción es Houmas House Plantation and Gardens, todo un complejo de edificios casi a orillas del río Mississippi; pasa todo el día recorriendo sus senderos sombreados por los robledales, aprendiendo sobre la arquitectura francesa del siglo XVIII en adelante. El lugar es especial en su tipo, ya que hoy alberga un restaurante, pequeños salones para organizar un desayuno, cafés, una enorme casa que puedes visitar (excepto su tercer piso, ya que allí vive el dueño actual), una pintoresca librería, tiendas de recuerdos y hasta cabañas donde puedes hospedarte. Además, están en construcción un auditorio y anfiteatro que podrán ser alquilados para celebraciones más grandes.
Gran hotelería
Además del Royal St. Charles, existe un amplio abanico de hoteles para los viajeros, cada uno con su estilo particular y detalles que los hacen especiales. El grupo de agentes realizó visitas de inspección en varios de ellos, conociendo sus opciones de alojamiento y desayunando o comiendo en sus restaurantes.
Cucharadas criollas
Por supuesto, un buen viaje a Nueva Orleans debe incluir múltiples paradas para degustar algunos de los platillos de la cocina creole, típica de toda Luisiana y que es resultado de la mezcla de culturas española, francesa, africana, alemana, italiana y estadounidense, con un sazón único que aprovecha los ingredientes locales. Si eres de buen diente te sorprenderán con su selección de carnes (encontrarás sopa de tortuga, caimán empanizado y mariscos, ¡muchos mariscos!).
El gumbo, jambalaya y arroz con frijol rojo son sus platillos por excelencia, y sus postres alegrarán cualquier hora de tu día: beignets calientitos y espolvoreados con azúcar glas, pudín de pan, pralinés de nuez y mantequilla y el famoso plato “banana Foster” son algunos de ellos.
Si deseas una gran vista está Cornet Restaurant en plena Bourbon Street, con uno de los balcones más grandes de la ciudad, donde además te servirán cocteles ganadores de premios locales y nacionales; por su parte, el ambiente elegante de Bourbon House se complementa a la perfección con sus bandejas repletas de frescas ostras (si no te gustan crudas, pídelas gratinadas, ¡no te arrepentirás!). Y para un desayuno ligero pero delicioso, Café Beignet ofrece esponjosos pastelitos y café caliente, además de otros platillos y un lindo lugar para pasar el rato.
Para algo más tradicional, pero con mucho estilo, la opción es Hard Rock Café New Orleans, donde Julie Sanford y su equipo te prepararán jugosas hamburguesas o unos ricos macarrones con queso, además de darte un tour a través de su memorabilia (observa los marcos, ¡tienen código de color ya que los negros representan a los artistas que han participado en el festival Voodoo Experience!).
Si tu intención es aprender a preparar estos platos, ¿qué tal preguntarle a una experta? La chef Amy Sins, propietaria de Langlois – Culinary Crossroads, puede recibirte en su casa y entre una divertidísima plática salpicada de anécdotas de clientes, momentos y hasta fantasmas, te enseñará paso a paso a cocinar como un profesional.
Nueva Orleans enamoró a los agentes del Bajío con su ritmo y sabor únicos, ¡y seguro hará lo mismo contigo!