La honorable conexión de Alonso Yerena y Puerto Vallarta
Puerto Vallarta es la tierra que lo vio nacer, la que lo vio jugar bajo los chorros de agua de lluvia de los tejados, donde aprendió a vender revistas y lustrar zapatos a los americanos con la frase “shineforone peso”… éstas son algunas memorias que Alonso Yerena, director general de NaturLeón, alberga de su infancia en el puerto.
Por otro lado, Puerto Vallarta también fue el primer lugar que le dio la oportunidad de ingresar en el mundo ejecutivo de la hotelería, y hoy, con más de 30 años de trayectoria enfocada al turismo, el Gobierno Municipal de Vallarta le entregó en el marco del Día Internacional del Turismo 2017 el reconocimiento como “Honorable Visitante”, por su trayectoria y contribución al crecimiento turístico del destino.
LABOR CONTINUA
Existe una frase popular que dice: “nadie es profeta en su tierra”; Alonso es la antítesis de este dicho, pues a pesar de tener más de 15 años viviendo fuera de la tierra que lo cobijó de pequeño, desde que inició la mayorista NaturLeón junto a su esposa Verónica García, Puerto Vallarta ha sido uno de los destinos que ha impulsado en el Bajío, Occidente y hasta Noreste del país.
Ésta es la razón por la que el 28 de septiembre recibió de manos de Ramón González Lomelí, director de Turismo municipal de Puerto Vallarta; Víctor Bernal Vargas, secretario general del Ayuntamiento de Puerto Vallarta; Álvaro Garcíarce Monraz, presidente del Fideicomiso de Turismo y más autoridades del municipio el reconocimiento de “Honorable Visitante”. Entre las palabras de las autoridades figuró el destacar que, gracias a la labor de ellos en el destino, éste es hoy reconocido a nivel mundial por su calidez y alto nivel turístico.
DETRÁS DEL GALARDÓN HAY EMOCIÓN
Era inevitable esconder el rostro de felicidad para el señor Yerena al recibir el reconocimiento, un galardón que tiene forma de la corona que posa en la torre de la Parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe, símbolo del destino en cualquier postal. Nos cuenta que su alegría se presentó desde que le llegó la invitación: “Nunca me imaginé que el gobierno municipal pudiera llegar a tomarme en cuenta para una distinción como ésta”.
Como preámbulo de su trayectoria en el puerto, Alonso cuenta que al incursionar en el medio turístico sus metas apenas rozaban la labor que a la fecha ha logrado con su equipo de NaturLeón.
“El Hotel Castel Pelícanos [hoy Hotel Plaza Pelicanos], fue donde por primera vez tuve la oportunidad de pertenecer al comité ejecutivo de una empresa; esta oportunidad me la dio el señor Sergio Legarreta, por muchos conocidos como “El Tío Legarreta”, él fue la primera persona que confío en mí para empezar a desarrollarme a nivel ejecutivo dentro de la hotelería, y fue en Puerto Vallarta”.
El cierre de su ciclo por la hotelería fue como lo imaginó: “Cuando yo empecé a trabajar en turismo, pensaba que algún día quería llegar a ser gerente general de un hotel, ésa era mi meta y afortunadamente lo logré al llegar a este puesto en un hotel en La Paz, Baja California”. A partir de allí comenzó la aventura de NaturLeón, y tener una empresa propia ha sido una montaña rusa de retos y satisfacciones.
Las oficinas centrales de NaturLeón y su residencia están desde hace 15 años en la ciudad de León, Guanajuato, pero nos cuenta cómo de una forma u otra el lazo con Puerto Vallarta no se rompe: “El monumento de La Ballena Vallarta [por el Boulevard Francisco Medina Ascencio] fue diseñado por el escultor Octavio González; junto a él participó la artista Georgina García en la fundición de este proyecto, y es ella quien diseñó los “Landers”, premios que otorgamos a los mejores agentes y agencias de NaturLeón, esto es sólo un ejemplo de cómo siempre nos relacionamos”.
LA AÑORANZA DE LA NIÑEZ
Antes de recibir su reconocimiento, el señor Yerena toma el volante de su auto y en compañía de su esposa y compañera, Verónica García, comienza a recorrer las calles de su Puerto Vallarta de añoranza, ése que le proporcionó tantos conocimientos y que lo define como la persona que hoy es.
Nos remonta en el tiempo a 1966, cuando sus recuerdos del puerto brotan, y se alegra al recordar que las calles empedradas lo veían jugar al bote pateado, “la traes” o “shangai”, e incluso al pasar por lo que hoy es un canal, señala sus aventuras en lo que antes era un estero.
“De chiquillos nos encantaba venir a cazar cajos, que son como cangrejos grandes con unas tenazas también grandes y muy rojos, los juntábamos en bolsas y se los llevábamos a mi mamá para que los cocinara, nos lo comíamos con sal y limón, ¡así nada más! Es la cosa más deliciosa que te puedas imaginar”, lo dice contagiándonos el antojo.
El coche sigue andando y en una de las calles empedradas pasamos por un recinto escolar que describe en la entrada “Escuela Primaria Mixta Veinte de Noviembre”; antes de que estemos en la puerta nos dice emocionado que aquí estudió, e incluso recuerda como si fuera ayer el nombre de su maestra.
Parte del trayecto en su auto nos hace pasar por La Marina y aquí emerge otro recuerdo: “Cuando yo estaba chavito, no llegaban los barcos aquí, sino a lo que es la Playa de Los Muertos; para nosotros era ir en la noche, cuando los barcos estaban anclados y en el hotel El Delfín, donde trabajaba mi hermano, tenían una luz que iluminaba toda la playa, nos lanzábamos a nadar, era genial estar con los barcos alrededor”.
LA FAMILIA, EL PRINCIPAL SOPORTE
Para Alonso Yerena, Puerto Vallarta no sólo lo ha galardonado con un reconocimiento turístico, también con cimientos profesionales, una niñez entrañable y una familia que él mismo describe como: “la mejor familia que Dios me dio”.
“Yo platicaba que mi padre era una persona muy recia de carácter y a la vez con un gran corazón, un señor muy trabajador; recuerdo que se paraba a las 5 a.m. para irse a trabajar y regresaba a las 11 p.m., y al día siguiente lo mismo. No había días festivos, no había domingos, para él todos los días eran iguales; gracias a esa tenacidad logró hacer de su vida y de mi familia lo que hoy es”.
Ese ejemplo de tenacidad no sólo lo ve en él, también en su hermano y hermanas que, cada uno en su ramo, dan muestra de la labor hecha por sus padres.
Finalmente nos lleva a la casa de sus padres en Puerto Vallarta, donde los cuadros y los muebles lo hacen retroceder en el tiempo; menciona que en sus inicios la casa no era así, apenas tres cuartos y tejas, pero la labor de la familia la convirtió en el lindo hogar actual.
Comparte que estar ahí lo llena de nostalgia, porque lo hace recordar a su mamá tras él para que desayunara o hiciera las tareas, y ese ejemplo trabajador de su padre, que describe con tanto orgullo en sus palabras: “La forma de trabajar de mi padre me hizo ser lo que yo soy con mi vida y mi trabajo, él era una persona muy exigente, yo me considero una persona muy exigente también en lo que hago, pero siempre sin dañar a nadie, eso es una parte muy importante, hacer las cosas no sólo para el beneficio propio, eso es lo que mi padre nos legó”.
Después de recorrer las calles de Puerto Vallarta, los rincones de infancia y de ver la alegría con que el señor Yerena recibió su reconocimiento, es claro entender la conexión que siempre habrá entre él y el puerto más mexicano de todos.