Vámonos de museos
El pensar en la visita a un museo nos emociona o nos aburre, nos fastidia o nos ponemos nuestras mejores galas para ver y apreciar una obra de arte…
“Vámonos de museos” puede tener muchas versiones y no sólo el llegar a un espacio, donde generalmente se tiene que pagar una entrada, adquirir un boleto y pasar horas interminables en salones, recorriendo kilómetros y kilómetros de arte que muchas veces nos agobia y nos indigesta de tanta información y belleza.
“Vámonos de museos”… quizá es ir preparándonos en la vida para ir viendo lo que pasa a nuestro alrededor; ver en este mundo nuestro, un museo sin fronteras lleno de bellezas que, por ir apurados en la vida, nos perdemos.
“Vámonos de museos” es caminar por nuestra casa y lograr ver los rincones que se nos hacen comunes y que ignoramos, una maceta que nos regala sus frutos, o un cuadro que es ya parte de la crónica familiar; es pasear por nuestra ciudad a diferentes horas del día y ver los tonos de la luz golpeando las paredes de los edificios, y observar cómo se va labrando en el pasar de los años, a cada hora, a cada rayo de luz, la cronología de la ciudad.
“Vámonos de museos” es estar presente en el diario nuestra comunidad, con sus festejos civiles y religiosos, aprendiendo de las efemérides en lo primero y apreciando las tradiciones en lo segundo… es salir del lugar donde estamos, con nuevos ojos, con ganas de encontrar relatos que forjarán nuestros recuerdos y que en un futuro serán nuestro museo personal de vivencias.
“Vámonos de museos” es salir al campo y ver los tonos de verdes maravillosos después de la temporada de lluvia, los colores impresionantes del otoño o lo ralo que se ponen los arboles en el invierno, y el magnífico renacer de la primavera.
“Vámonos de museos” es observar los ritmos de las olas; es percatarse de los amaneceres y atardeceres; es querer oler las flores; sin olvidar, por supuesto, los ritmos de los mercados, los aromas de las panaderías, los puestos de las esquinas…
Muchos de los olores y sabores de México vienen de calles como las de mi pueblo, cuando los vendedores de elotes, pepitas y churros salen en las tardes; y si logramos levantarnos temprano, podemos ser partícipes de los ritmos de una ciudad que se mueve, con niños que van a la escuela, mamás que todavía van al mercado y vendedores que aun gritan su mercancía para su venta. Muchos sabores y olores se hacen en la cocina de casa, preparándose para una reunión familiar donde se saca la vajilla de ocasiones especiales y se sirve la receta secreta de las abuelas; otros se encuentran en un restaurante de manteles largos… al final, alrededor de la mesa se hace historia, y conocer las gastronomías del mundo, con sus vinos y sus productos, sus recetas milenarias y sus modernidad, al igual que guardar con recelo y cuidado las recetas familiares, eso también es “ir de museos”.
Los invito, vámonos de museos, con el entusiasmo puesto cada día, con la sensibilidad abierta para que nos emocionemos con lo cotidiano, con los ojos abiertos para ver más allá de lo normal.
Todos los días hacemos turismo gastronómico, sólo hay que tener conciencia de esto. Vámonos de museos, ¡pero por la vida!
Betty Vázquez, Chef.
www.garzacanela.com