Las bellezas naturales de San Diego
Arena, mar, montañas, desierto y un cálido Sol que está presente casi todo el año, eso y mucho más te encontrarás en San Diego, California. Por supuesto, su costa de más de 100 kilómetros es el lugar donde el surf engalana cada ola, y sus bellezas naturales invitan a los amantes del aire libre a no perderse de la riqueza de sus alrededores. Las siguientes son sólo siete de ellas.
Emociones subacuáticas
Dale un toque marino a tus aventuras en el Parque Submarino La Jolla; explora sus 400 hectáreas donde flora y fauna se hacen presentes bajo y fuera del mar. Focas, pelicanos y el famoso pez Garibaldi son sólo un poco de lo que verás, además sus formaciones permiten que los niños (y los adultos también) vean erizos, estrellas marinas y más caminando de roca en roca.
Súbete a un kayak o explora en esnórquel alguna de sus siete cuevas, de las cuales la Sunny Jim es la única conocida en California con entrada terrestre.
Cueva escondida
Los acantilados y las clásicas montañas de arenisca conforman el Parque Natural Sunset Cliff, hogar de una de las cuevas más excéntricas de San Diego (que lleva el mismo nombre); inmersa en el mar y con una especie de “cráter” que sale a la superficie, sólo se puede acceder a ella vía terrestre, ya que debido al oleaje y corrientes marinas es peligroso nadar dentro de ella.
El lugar se ubica en Point Loma, barrio costero al oeste del centro de San Diego.
Bonsais gigantes
Para llegar a las colinas de piedras areniscas y siluetas peculiares de la Reserva Natural Estatal del Pino de Torrey, debes dirigirte al barrio de La Jolla, en la costa.
El botánico que llevas dentro estará encantado al contemplar una de las variedades más raras de pino en los EE.UU., el de Torrey, que gracias a los vientos provenientes del Pacífico inclina sus ramas, adquiriendo forma de bonsai ¡pero midiendo hasta 15 metros! La reserva cuenta con seis senderos aptos para todos los niveles, donde los atardeceres y la flora te cobijan a cada paso.
La imaginación del humano es infinita, gracias a ella podemos ver elefantes en las nubes ¡o papas fritas en una roca! Los visitantes de la zona de North County Inland le han dado un giro inesperado a una delgada roca que sobresale de la montaña, cuya peculiar forma se presta a todo tipo de fotografías, y le pusieron el nombre de “Potato Chip Rock”.
Llegar a ella es parte de la travesía, debes hacer senderismo por alrededor de tres horas, entre colinas y laberintos de cantos rodados. Procura ir temprano para que aproveches al máximo la luz del día.
Disfruta la naturaleza
El avistamiento de aves es una de las mejores recreaciones en la Reserva Ecológica de la Laguna de San Elijo; con casi 400 hectáreas, también puedes hacer caminata en su recién restaurado sendero “Annie’s Canyon”. Sus caminos angostos entre acantilados y paredes de roca te harán disfrutar de un trayecto extremo, que culmina en un mirador con vista a la laguna y Océano Pacífico.
Si la caminata no es lo tuyo pero deseas disfrutar del mirador, también hay un camino corto para que no tengas pretextos.
Experiencia al aire libre
Tus ojos se llenarán de la belleza del desierto, y las flores salvajes que visten el Parque Estatal del desierto Anza-Borrego, el más grande EE.UU, lo dotan de colores únicos resaltados por su vida silvestre: borregos, zorros, águilas reales y más.
Si vas por carretera puedes tomar la autopista 79 y pasarás por increíbles montañas de diversos colores, y en el parque hay senderos para diversos niveles, todos rodeados de enormes montañas de piedra y el contacto con la pureza del desierto.
¡Que no te salpique!
Después de una larga caminata resulta refrescante un chapuzón en el agua; este ideal escenario te espera en la cascada de Cedar Creek, inmersa en las colinas de San Diego East County.
Más vale que lleves agua porque son cerca de 10 kilómetros antes de llegar a la recompensa, pero en el trayecto disfrutarás de la verde vegetación y las flores que crecen en los chaparrales; puedes tomar el camino que te lleva al estanque de la cascada y nadar tranquilamente, o el que te lleva a la cúspide de la montaña para observar su nacimiento.