Letras con sabor a mar
reflexionamos
Se acerca el Fin de Año; es tiempo de entrar en reflexión sobre el viaje de la vida. Ha sido un año con muchos retos para el mundo entero, en lo político, en lo económico y en lo social; vimos muchos cambios en todos los aspectos, pero lo interesante es hacer el balance personal de nuestro año y ver qué se queda en papel y qué nos hizo movernos para realizar las metas que sí se alcanzaron.
“Reto” es tener disciplinas que nos cuesta seguir, pero cuando se van haciendo hábitos, las disciplinas se vuelven aliadas y compañeras, quizá por ahí deberíamos empezar…
¿Qué tan amigos nos hicimos este año de las rutinas? Hay cosas que se logran por impulso, porque nos causan placer, pero ¿qué pasa con esos hábitos que nos cuesta seguir y que nos causan un poco (o un mucho) de fastidio? ¿Cuáles herramientas usamos para crearlos?
¿Vencimos los miedos, las fobias, las flojeras? Vencer el instinto de seguir dormidos y despertar a las conquistas de nuevos espacios para nuestro crecimiento y nuestro bienestar, debe motivarnos a movernos de nuestra zona de confort.
Creo que el reto es mirar hacia adelante, pero no a larga distancia, sino irse poniendo pequeñas metas; si miramos muy a largo plazo, quizá nuestro interior entre en pánico y desista en el intento; sin embargo si tomamos pequeños retos, paso a paso, la suma nos dará una gran conquista y los logros se irán dando más fácilmente.
Recuerdo a mi abuelo; fue maestro de muchas generaciones, impartiendo la cátedra de Español. Era un gran conocedor de la lengua y de su cuerpo, él me enseño a ver las letras de otra forma y a conocer que, si a nuestro cuerpo le imponemos retos pausadamente y con disciplina, alcanzaremos logros que ni siquiera nos atreveríamos a pensar.
Aprendí con él a caminar, pero de reversa; a dejar de respirar y controlar mi necesidad de aire, y aun así, tener fortaleza y aguante; al mismo tiempo me enseñó a gozar al ver los movimientos de los árboles, y a sentir con los ojos cerrados el aire en mi cara. Suena raro, ¿verdad? ¿Para qué caminar de reversa? Bueno, él decía que si aprendemos a controlar nuestros pasos, sabremos dominar nuestro carácter.
Recuerdo que vivía enfrente de un parque, y a media mañana salía a caminar; hacía su recorrido normal de frente, revisando obstáculos y reparaciones en las veredas del parque, y en seguida lo hacía de reversa, con paso firme y seguro, tal como debes ver, planear e ir por la vida. Después hacía un ejercicio de respiraciones, muchas y cortas; iba llenado sus pulmones de aire hasta que sentía que se le reventaban y aun ahí aguantaba la respiración, para ver por cuánto tiempo era capaz de soportar la presión de sus pulmones (justo como en la vida, ¿cuánto somos capaces de soportar los problemas y decidir en el momento justo volver a respirar o resolver lo que nos aflige, sin perder la capacidad de gozar de lo bello que nos ofrece el día a día?). Después caminaba con los ojos cerrados, confiado en su memoria; y de igual manera, a ojos cerrados, confiaba en su familia, amaba sin reservas y entregaba amistad, intensamente…
Creo que al hacer esto, no planeaba mirar la meta, sino ir por el camino, librando obstáculos, en una línea recta, o como se le fuera presentando, viviendo y sabiendo que la energía es para eso, para vivir el “hoy” y el “ahora”. La suma al final es lo que importa; él tenía sus objetivos claros, trabajó y con mucho esfuerzo alcanzó sus metas, avanzando con paso firme y sostenido.
El proceso muchas veces puede parecer lento y complicado; no sé si era su instinto o su razón lo que lo guiaba, o quizá lo sostenía su brújula interna (que es la experiencia que nos da a todos la vida, si sabemos aprender y recordar), pero alcanzaba su rumbo y con él, su destino.
Ya casi es fin de año, fin de retos y tiempo para repasar nuestra lista de propósitos 2016, comenzando con los que se quedaron pendientes la nueva lista para 2017.
Ignoro qué nos depare el siguiente año; lo que sí sé es que está por llegar. Deseo que sus amistades crezcan, de ésas las que hablaba yo al inicio, de las que nos dan fortalezas, de las que nos hacen madurar; y creo firmemente que lo importante en este balance es vencer nuestras vulnerabilidades.
¿Estamos listos…?
Feliz fin 2016, bienvenido 2017 con todos sus retos. Abrazos desde San Blas.