Volando sobre el Paisaje Agavero
Es noche cerrada. A pesar del clima cada vez más cálido que impera en los días jaliscienses, esta madrugada la temperatura es fresca; comienza a escucharse el cantar de uno que otro gallo que, como un profeta, anuncia la próxima salida del sol, pero hasta donde alcanza la vista, todo es sombras excepto una mancha que se delinea contra el horizonte, a ras del suelo: un globo aerostático yace sobre el campo, cubriendo varios metros de planicie detrás de los cuales el paisaje agavero de Amatitán se entrevé ondulante, prometiendo unas hermosas vistas cuando despunte el alba.
Allí se encuentra Susana Aparicio, joven pero experimentada mujer que forma parte de la flota de pilotos de Jalisco en Globo, la empresa del entretenimiento que junto con el hotel Los Abolengos Grand Class Casona Hotel Tequila, es el anfitrión para esta experiencia: “Al amanecer es la mejor hora del día para volar, los vientos están calmados y ver cómo el sol comienza a colorear el paisaje es algo casi mágico”, asegura. Tiene datos y más datos interesantes sobre la industria de los globos aerostáticos y los comparte con gusto, como por ejemplo que la palabra “piloto” proviene del nombre de Pilâtre de Rozier, quien en 1783 dirigió su globo de seda auri-azul por sobre las cabezas de las personalidades más importantes de Francia, incluido el rey Luis XVI, quien justo después instauró la tradición de brindar tras un vuelo exitoso.
El globo comienza a tomar forma con cada bocanada de aire caliente, y mientras el horizonte se colorea de tonos cálidos, todos suben a la canasta, listos para comenzar la aventura. “Sólo en Jalisco se puede contemplar este paisaje, es algo único y los pasajeros se quedan sorprendidos con su belleza”, comenta Susana, hija de Julián Aparicio, fundador y piloto de esta empresa familiar que lleva ya seis años de operaciones en la región.
Al elevarse por el cielo, puedes ver la neblina replegarse a las faldas de los cerros mientras el azul comienza a dominar la vista; y al mirar hacia abajo, la barranca de Oblatos en el horizonte, los agaves desafían con sus puntas la aeronave que sigue subiendo. Estar allí es sentir cómo todos los pensamientos se quedan anclados en tierra, mientras la mente se expande igual que el globo, atravesando espacios y llegando muy, muy alto.
Después de un viaje que parece terminar tan pronto como comenzó, para seguir con la tradición centenaria los tripulantes levantan una copa, pero ahora llena de tequila, fusionando así lo mejor de dos mundos, contentos de haber podido experimentar en carne propia el vuelo de las aves y conociendo un poco más de nuestro hermoso Jalisco, ahora desde las alturas.
Continuando con este festejo de la mexicanidad, Los Abolengos tiene preparado un festín mañanero, con gran variedad de deliciosos platillos que calientan el estómago y las manos de los pasajeros; satisfechos, pueden recorrer los pasillos y habitaciones de este Hotel Tesoro de México, gozar de sus jardines interiores y disfrutar de la tranquilidad que se respira allí.
Volar en globo cambia la perspectiva de las cosas, tanto física como mentalmente; habiéndonos elevado hasta las alturas del hermoso cielo jalisciense, sentimos que nuestras preocupaciones se hicieron pequeñas y sólo queda la inmensidad azul de posibilidades y sueños por cumplir, limpios y frescos como una mañana en el paisaje agavero.