No un adiós, sino un ¡hasta luego!
“Soy uruguayo de nacimiento, vengo de un país pequeño pero de gran corazón, y un 30% de nosotros nos encontramos dispersos por todo el mundo. Cuando el mercado uruguayo se desplomó tras la crisis de 2001, mi compañía en ese entonces me abrió las puertas para migrar a México, y así llegué a mi segunda patria, en noviembre de 2004.
Éstos han sido once años de grandes aprendizajes y muchos retos para mí, primero con Travel Ace y ahora con MAPFRE; pero hay momentos en la vida en que debes detenerte y valorar si sigues en el camino correcto, y la decisión de volver a mi tierra surgió por un sentimiento de nostalgia y soledad que a pesar de mis amigos yo tenía en mi interior. Vine a México persiguiendo un objetivo económico y hoy regreso a casa en una situación diferente, ya que tras un largo proceso de selección, y con la ayuda de Dios a quien le pedí concederme el volver a mi tierra, fui elegido para desempeñar un cargo similar al que tenía aquí.
Pero ahora me doy cuenta de algo muy curioso: primero, cerrar en una semana un capítulo de once años es imposible; y segundo, México está más arraigado en mi corazón de lo que nunca sospeché, y esta separación me sabe agridulce.
La vida me dio la oportunidad de conocer a personas maravillosas: a todos ustedes, amigos agentes de viaje, les estoy eternamente agradecido por confiar en mí sin conocerme, y en algunos casos darme su amistad. Me llevo en el corazón a todos los socios de Club Etha que durante los últimos cuatro años me cobijaron como su hermano y me dieron su apoyo en los momentos más difíciles de mi vida; mi cariño va también a Mónica Ortega, Jorge Leanza, mis amigas de AFEET, Gerardo Carranza, Norma Garín, Paz Marcela Voss, Genoveva Rubio, Armando Gómez, Karina Mejía, Carmen Tinoco, Lucy y Antonio Shafer, Susana Aguilar, Lucy Tovar, Enrique Padilla, Paty Ábrego, Adriana Garzón… no terminaría de mencionar a todos los colegas que me abrieron las puertas de sus negocios y también me tendieron la mano de su amistad.
No quiero despedirme, hoy menos que nunca ya que una de esas tantas vueltas que da la vida quiso que, justo cuando ya enfocaba mi energía en hacer maletas, Dios me concedió la opción del amor, ¡y con una mexicana!, y hoy sé que mi camino apunta de nuevo para acá.
Además, en estos años conocí sólo veintiún estados de la República, y es mi compromiso conmigo mismo que el día que vuelva terminaré de conocer a mi México Lindo y Querido.
Los llevo en el alma y sé que el tiempo fluirá para que nuestros caminos se crucen de nuevo. No concibo otra forma de terminar, más que diciendo: ¡Gracias, gracias, gracias! Y ¡Hasta pronto!”