Conoce un oasis de diversión en el desierto FAM con Visit Las Vegas
Cuando escuchas las palabras “Las Vegas”, ¿en qué piensas? Seguramente vienen a tu mente imágenes de casinos y vida nocturna. Efectivamente, este destino, quizá el más famoso de los EE.UU. a nivel mundial, brinda a sus visitantes todo eso; sin embargo, si algo aprendimos al visitarlo en el FAM de Medios organizado por su Oficina de Visitantes y Convenciones es que Las Vegas es mil veces más que sólo apuestas y discotecas.
La vida se compone de momentos en los que se debe retar lo que conocemos y descubrir que quizá estábamos equivocados; así que allí nos encontrábamos, a punto de aterrizar en el aeropuerto internacional McCarran, y al asomarnos por la ventanilla del vuelo 498 de Aeroméxico pudimos observar la característica principal de la autoproclamada “capital mundial del entretenimiento”: es un oasis de luz y color en medio del árido paisaje que invita a los viajeros a llegar a este refugio y disfrutarlo al máximo.
La ciudad es más que famosa por sus hoteles para todos los bolsillos: así como hay clásicos como el Excalibur, el Circus Circus y el icónico Caesar’s Palace, hay opciones también temáticas y más actuales, como los hermosos Venetian y Palazzo, conectados en el centro por el espectacular Grand Canal Shoppes, centro comercial que en su interior cuenta con una réplica a escala de los canales de Venecia, con todo y góndolas; sus conductores pasean a los visitantes mientras entonan populares canciones en italiano y, en nuestro caso, en español. Después de tomar el paseo, caminamos por sus pasillos y aprovechamos las ofertas de sus variadas tiendas, desde chocolaterías y distribuidores de productos orgánicos hasta las más conocidas marcas de ropa y perfumería.
Cada vez más hoteles se alejan de la decoración temática y se enfocan en lo contemporáneo y lo abstracto. Tuvimos oportunidad de conocer varios de ellos, como los impresionantes Aria y Encore, con decoraciones florales y de mariposas, respectivamente; al caminar por sus pasillos suavemente iluminados, nos sorprendía vislumbrar un tulipán entre las máquinas, mariposas en las cortinas, o una colorida parvada en vuelo inmóvil en el techo. Por su parte, el Cosmopolitan ofrece un lobby totalmente moderno y lleno de pantallas planas que dan la sensación de encontrarte en una casa de espejos, ilusión que se rompe al descubrir proyecciones de figuras femeninas; el Crowmwell es más pequeño, pero su decoración es igual de llamativa, con muebles de cuero y detalles románticos por doquier… en fin, ya sea que te guste el estilo clásico o el contemporáneo, lo recargado o tal vez algo minimalista, Las Vegas ofrece una enorme variedad de alternativas.
Eso no sólo se limita a su hotelería. Pudimos comprobar lo que una y otra vez escuchamos decir por cada una de las personas que conocimos: la ciudad que una vez fue conocida como el centro de las apuestas y los casinos, hoy en día es mucho más que eso. Claro, si lo que uno desea es pasar una buena noche frente a una divertida máquina tragamonedas, hay mil y un lugares para hacerlo. Pero la esencia de esta ciudad es el cambio y la reinvención, así que actualmente las opciones son mucho más amplias. ¿Te gustan las emociones fuertes? Puedes cruzar la calle Fremont colgado de un arnés a más de veinte metros de altura gracias a la tirolesa Slotzilla. ¿Interesado en la historia? En el Museo de la Mafia encuentras desde una explicación detallada del contrabando de licor en la época de La Prohibición hasta reseñas de las muertes y desapariciones de mafiosos más impactantes, dentro del que solía ser un juzgado donde algunos de los juicios más famosos se llevaron a cabo. Los viajeros más tranquilos pueden tomar un relajante paseo en High Roller Las Vegas, la rueda de observación más alta del mundo con casi 168 metros de altura desde donde se puede abarcar la vista de todo Las Vegas y más allá; justo a sus pies se extiende la calle The LINQ Promenade, una muestra de la más nueva tendencia del destino: los espacios abiertos. Aquí y allá comienzan a surgir plazas bañadas por la luz del sol donde todos pueden pasear sin preocupaciones, sentarse a beber un café o una copa o simplemente ver y ser vistos. La época en la que el visitante pasaba toda su estancia bajo techo ha quedado muy atrás, y eso se agradece porque es un placer disfrutar de las calles y los parques que cada vez más dominan el paisaje urbano.
La diversión en la forma de fiestas está presente las 24 horas del día. Conocimos algunos de los lugares más “hip” como son el club de día Marquee, con DJ’s que deleitan a los cientos de asistentes mientras disfrutan de las albercas y un buen bronceado; por la noche, el club Surrender recibe a la crema y nata de Las Vegas para bailar en fiestas sin fin; muchos de los clubes cuentan varias veces al mes con la presencia de algunos de los DJ’s más famosos del mundo, como David Guetta, Tiesto y Skrillex, por nombrar sólo algunos.
Pero ¿qué sería de Las Vegas sin sus mundialmente famosos espectáculos? Si tienes la oportunidad de asistir a alguno, te encontrarás con una variedad casi infinita de opciones: The Blue Man Group sorprende con efectos de neón y un elenco que constantemente invita al público a participar con sus actores; por su parte, Jubilee nos estimula a mirar hacia el pasado con bailarinas que portan trajes con más de 30 años de antigüedad y un show muy al estilo “Viejo Las Vegas”, pero curiosamente actual y divertido; similar pero con un estilo muy particular es Showstoppers, que recibe su nombre gracias a melodías tan icónicas que se robaron la fama de sus shows y películas para siempre; o ¿por qué no?, podemos volver la vista a los orígenes del circo de la forma que sólo Cirque du Soleil sabe hacerlo, con su espectáculo Zarkana, durante el cual no sabes si cerrar los ojos o tratar de abrirlos lo más posible para alcanzar a absorber todo lo que está sucediendo tanto en el escenario como por los pasillos y hasta por encima de ti.
Merece mención aparte la deliciosa y vastísima oferta gastronómica que encontramos. Nos dijeron que a Las Vegas se debe llegar con el estómago vacío, pero no entendimos la importancia de esa frase sino hasta la primera noche, y de allí en adelante, los banquetes se sucedieron uno a otro en una marcha que nos llevó desde los deliciosos cortes y comida francesa de DB Brasserie, pasando por la riquísima cocina italiana de Giada, los sándwiches gourmet en Park on Fremont, los refrescantes cócteles del Double Barrel y la españolísima paella de Jaleo, hasta la comida más hermosamente decorada de Lago, con vista a las fuentes danzantes del Bellagio, o la cena/espectáculo del Teppanyaki en Mizumi bar, sin olvidar ese exquisito desayuno en Bouchon. Bien dice el dicho: “panza llena, corazón contento”, y puede ser que este viaje de sabores, texturas y colores haya contribuido a que regresáramos con un par de kilos de más y una sonrisa enorme en los labios.
Sin lugar a dudas, Las Vegas es una ciudad viva y cambiante, y esa renovación constante nos sorprendió de la mejor manera, rompiendo cualquier preconcepción que tuviéramos de lo que podíamos encontrar y haciéndonos desear volver a ella una y otra vez, porque al igual de los más de 41 millones de personas que la visitan cada año, sabemos que siempre encontraremos algo nuevo, increíblemente emocionante y sobre todo, grandioso como sólo esta ciudad lo sabe hacer.