¡Gracias, mamá!
Mamá, mother, mãe… en mayo es típico y obligado parar por un momento del ajetreo de la vida para recordar y agradecer a esa persona que nos dio todo incluso antes de que naciéramos.
Mamá, la mujer que nos daba la mano cuando el mundo a nuestro alrededor era hostil; quien nos sentaba en sus piernas y nos leía cuentos o nos contaba historias de nuestros abuelos; quien cocinaba platillos como nunca volveremos a probar; quien también nos regañaba cuando no hacíamos nuestras tareas o desordenábamos la casa. Mamá, la que nos entretenía durante esos largos viajes en carretera cuando íbamos a visitar a los parientes, o cuando nos llevaba a conocer nuevos lugares, ayudándonos a abrir los ojos a ese mundo maravilloso y lleno de color que nos esperaba con los brazos abiertos.
Mamá, la trabajadora incansable que no paraba hasta que todo su hogar, nuestro nido, estuviera perfecto: los pisos limpios, los trastes lavados, las camas hechas
mamá también la que debe salir de casa, superando el miedo de dejar a los pollitos en otras manos, sabiendo que su esfuerzo y sacrificio valdrán la pena. Mamá la que está, y también la que ya no se encuentra con nosotros, la que extrañamos con el corazón triste pero sabemos que nos mira y nos sigue cuidando desde donde quiera que esté, orgullosa de ver en quiénes nos hemos convertido, porque sabe que todo eso fue gracias a ella. Mamá es la persona que nos recibe cuando llegamos al mundo y pone todo su empeño para que lleguemos a ser la mejor versión de nosotros, perdonando nuestras faltas y dando todo de ella, siempre.
La importancia de la mamá es tan enorme que incluso los grandes nombres de la historia se han destacado gracias a sus madres. Mujeres como Atia Balba Cesonia, madre del primer emperador romano César Augusto, a quien en sus tiempos consideraban como el modelo ideal de la matrona romana. María Leticia Ramolino, madre de Napoleón Bonaparte, al quedar viuda sacó adelante a siete hijos y el que fuera emperador de Francia una vez afirmó: “Cuando muera ella, sólo me quedarán inferiores”; o Putlibai Gandhi, gran influencia de su hijo en la niñez, cuando le inculcó a no hacer daño a ningún ser viviente y a ser tolerante con todos los credos religiosos. El científico mexicano Mario Molina recibió de su mamá (y su tía) su primer juego de química que despertó su curiosidad hasta llegar a obtener el Premio Nobel en ese ramo.
También existen madres que han pasado a la historia por mérito propio, como Marie Curie, quien tuvo a su hija Irene dos años después de haber descubierto los rayos X; Mary Shelley, la genial autora de la novela Frankenstein, crió sola a su hijo, único sobreviviente de cuatro niños que tuvo antes de la muerte de su marido; en época más reciente, Margaret Tatcher, la célebre “Dama de Hierro”, tuvo a sus hijos gemelos después de graduarse como abogada. Incluso ha habido mujeres que, pese a que el destino les ha negado el ser mamás a pesar de sus deseos y su esfuerzo, mantienen durante su vida el deseo de poder compartir ese amor tan grande que llevan dentro; Frida Kahlo es ejemplo de esa futura madre: “Pinto porque lo necesito, he perdido tres hijos y otra serie de cosas que hubiesen podido llenar mi horrible vida… no estoy enferma, estoy rota…”.
Pero no tenemos que ir tan lejos para encontrar mamás que son ejemplo para los demás; basta con mirar a nuestro alrededor, estamos rodeados de mujeres que con esfuerzo y dedicación diarios, hacen del mundo un lugar un poco menos oscuro y un poco más amable.
Celebrarlas durante un día no es algo nuevo, ya que desde la Grecia antigua se llevaban a cabo las fiestas en honor a Rhea, la madre de los dioses. En la Inglaterra del siglo XVII, los trabajadores tenían un domingo libre al año para visitar a su mamá. Celebrarlo en mayo es costumbre heredada de los estadounidenses, que en 1905 instauraron la celebración del Día de las Madres el segundo domingo de mayo, gracias a Ana Jarvis, quien al perder a su mamá muy joven, escribió a sus autoridades pidiendo que el aniversario de su muerte se instaurara como día para recordar a las madres; más de 40 países alrededor del mundo apoyaron la idea, aunque en México se decidió que el Día de las Madres sería el 10 de mayo.
A todas las madres, hoy les damos un gran ¡Gracias! A ti, mamá, que con o sin la ayuda de un papá supiste educar a tus hijos y los hiciste hombres y mujeres comprometidos con su comunidad; a ti mamá-abuela, mamá-hermana o mamá-tía, que cuida y protege a los pequeños ajenos como si fueran propios; a ti, mamá-amiga, que con consejos y apoyo ayudas a criar a los niños; y ¿por qué no?, a ti mamá-papá, hombre que asumiste el rol de madre y que también mereces ser reconocido como forjador de caracteres.
Gracias por las lecciones de vida, los correctivos, los días alegres y las noches seguras, por los recuerdos y las vivencias. Gracias mamá, por los sacrificios que hiciste cuando crecíamos, por quitarte el pan de la boca para dárnoslo, por protegernos y a la vez prepararnos para el mundo. Gracias a ti, mamá, que eres madre no sólo un día o un mes del año, sino toda tu vida. A los que tenemos la dicha de tenerte con nosotros, nos corresponde hacernos el firme propósito de juzgar menos y escuchar más; a quienes ya no te tenemos aquí, nos queda recordar que tú quisiste incondicional e infinitamente a aquellos que tuvimos la dicha de llamarnos “tus hijos”, y procurar honrarte con cada acción que llevemos a cabo en nuestra vida.