Fam a la India con PRISMA OPERADORA
Namaste: “Me honra el espíritu en vosotros, que también está en mí”.
– Atribuido al autor Kabir Chopra
No todos los días te levantas con la oportunidad de hacer un viaje a la India. Prisma Operador Mayorista le dio esta oportunidad a un selecto grupo de agentes de viajes que levantaron la mano tras su invitación a conocer un poco de uno de los destinos favoritos de los grandes viajeros: la India. Esa India que ha logrado conservar sus tradiciones milenarias, pero que ha adoptado también nuevas costumbres e ideologías de culturas extranjeras que a lo largo de su historia ocuparon su territorio, así como las de los inmigrantes que se han establecido en ella, y que hoy en día se mezclan y se viven en sus calles.
Al llegar al hermoso y moderno aeropuerto Indira Gandhi en Delhi, incluso antes de pasar por nuestro equipaje, la India nos recibe con varias “mudras” (señas o gestos sagrados con las manos que simbolizan, entre otras cosas, sabiduría, amor, protección, fe…) en el muro de migración; una vez que tenemos un nuevo sello en nuestro pasaporte, nos recibe quien hasta el último minuto de nuestro viaje será nuestro compañero y amigo, sin dejar de ser un experto guía: el señor Sandeep Verma, propietario de la empresa receptiva con la que opera Prisma Operador Mayorista en este destino.
Cansados por las horas de vuelo pero con mucho ánimo, salimos a la calle y, a pesar de que es muy tarde por la noche, podemos ver una bruma de smog: hemos llegado a una de las ciudades más pobladas del mundo. Circulamos por amplias avenidas y vemos cómo se desplazan ágiles los moto-rickshaws (localmente llamados tuk-tuk).
Estamos en la parte nueva de Delhi; nos dirigimos hacia nuestro hotel, el Kempinski Ambience, con una excelente calidad y ubicación ya que se encuentra cerca del rio Yamuna y del centro de Nueva Delhi. Somos recibidos como celebridades, con reverencias y bendiciones, al tiempo que nos entregan nuestras tarjetas-llave. Así pasamos nuestra primera noche en la India; aún no hemos visto nada, pero ya presentimos que será una experiencia única.
Al día siguiente tenemos nuestro primer encuentro con la comida hindú; en verdad es bastante rica, pero hay que tener cuidado pues es bien sabido que la gastronomía de la India se caracteriza por el uso generoso de hierbas y especias (como el famoso curry) y nuestro estómago, aunque acostumbrado al picante mexicano, puede resentirlo; probamos un poco de todo y salimos muy satisfechos y bien librados.
Una vez en el lobby, Sandeep nos avista y nos inunda de información, platicándonos el itinerario del día. Está tan entusiasmado como nosotros, a pesar de que él vive día a día estos recorridos; tal vez porque hay algo especial en éste, pues nos acompaña la señora Lucy Shafer, fundadora y propietaria de Prisma, quien nos ha invitado a este viaje. Salimos del hotel y estamos listos para descubrir por cuenta propia qué tan cierto es todo lo que hemos escuchado acerca de este enigmático país.
Los siguientes cinco días no dejamos de asombrarnos de la India: de los majestuosos templos hinduistas; de las mezquitas de los mogoles; de los orgullosos sikhs; de la tierra del yoga y la renuncia; de las vacas sagradas; de los encantadores de serpientes. Esa India de los coloridos saris; la del tigre de Bengala; la de los paseos en elefante; la de las cremaciones nocturnas en los ghats de Benarés, donde quienes dejaron el cuerpo se funden con la Divinidad. La India de la tranquilidad y espiritualidad de su gente en medio del caos, o la de un caos con una increíble calma espiritual; la india de Mahatma Gandhi…
¿Cómo entender una India tan compleja en tan pocos días? Cuando me convencí de que no lo lograría, empecé a comprender mejor cómo funciona. Por ejemplo, el tráfico intenso se mantiene durante todo el día, y el sonar de las bocinas de autobuses, tuk-tuks, automóviles, motocicletas (que llevan hasta cuatro o más personas) e incluso bicicletas es permanente. Pero éste no para insultar o agredir, sino para avisar el paso de alguien que viene detrás o a un costado; de hecho, la bocina es un signo de respeto, no de atropello. Además, al “escenario” de la calle hay que agregarle la circulación continua de vacas que van sin rumbo fijo, atravesando la calle o incluso en sentido contrario; veremos también elefantes, monos que cuelgan de los alambres de los semáforos y, por supuesto, peatones cruzando. Es común ver un auto de lujo de marca alemana o inglesa a la par de un camello; sin embargo, y a pesar de las condiciones, no hay sensación de temor de ninguna de las partes, esa sensación sólo la sentimos los que venimos de fuera.
Viejas y nuevas tradiciones
Lo que es también cotidiano y marca a este país de una forma positiva es su espiritualidad: los indios agradecen todo el tiempo, y lo hacen por todos los motivos; porque hay nuevo día, o porque éste se termina; sonríen a pesar de sus carencias y así son felices. Han logrado convivir con el capitalismo en el que están inmersos justo ahora, pues debemos recordar que estamos en un país que desde hace un par de décadas experimenta un acelerado crecimiento económico (en este momento es la 12a economía más grande del mundo, ya que su población de más de 1,240 millones de habitantes provoca un bajo promedio per cápita, aunque por su PIB ocuparía el cuarto lugar mundial); este crecimiento es de más del 7.5 % anual y, a decir de los expertos, durante la siguiente década será del doble, lo que para 2050 catapultará a la India a estar dentro de las 5 mayores potencias económicas, junto con China, Rusia y Brasil.
El primer ministro indio, Narendra Modi, ha prometido que librará al país de la basura en cinco años. La campaña lleva el nombre de Swachh Bharat “el Puro de la India”. Modi apuesta a terminar su tarea para el 150 aniversario del nacimiento de Gandhi, que se celebrará en 2019, año en que las calles de toda la India deberán estar limpias. Su estrategia es ante todo un movimiento social, donde los funcionarios, encabezados por él mismo, se han comprometido a aportar 100 horas de servicio de limpieza cada año; a ellos se han unido decenas de miles de indios. Además, el gobierno se comprometió a endurecer las multas por la liberación de basura en lugares prohibidos, que serán de hasta 5 mil rupias (unos USD$80).
La mendicidad existente es muy notoria aún, quizás no tanto por la necesidad en sí, sino porque se hizo una costumbre; actualmente, ésta se combate con la educación. Las nuevas generaciones han ido llenando las aulas y el mencionado crecimiento también se nota en lo académico, pues es bien sabido que la India aporta mucho talento intelectual al mundo.
Y cuando parece que hablamos de una India moderna, de nuevo nos trasladamos a esas tradiciones milenarias que aún aplican en este país de castas y de matrimonios arreglados por los padres y otros respetados miembros de la familia, con el consentimiento de los novios (el matrimonio se planea para toda la vida, por lo que la tasa de divorcios es muy baja).
Cuatro de las principales religiones del mundo nacieron en la India: el hinduismo, el budismo, el jainismo y el sijismo; el judaísmo, el cristianismo y el islam llegaron a ella durante el primer milenio. Es sorprendente cómo todas conviven en armonía. Una de las cosas que más nos sorprendieron fue la visita a un templo sikh o sijista, en el que es común ver a voluntarios de otras religiones acudiendo para servir y ayudar en la cocina para alimentar a los fieles, o bien para hacer limpieza o guardar el calzado de quienes entran a orar.
Maravillándonos ante el
Taj Mahal
Los días transcurrieron y nuestro breve pero fascinante recorrido por la India casi termina. Nos encontramos en Agra, una de las ciudades más visitadas de la India y del planeta. No podíamos irnos de este hermoso país sin antes cumplir el encuentro con una de las siete maravillas del mundo moderno: el imponente Taj Mahal, ese enorme y perfectamente simétrico mausoleo de mármol que el emperador Sha Jahan mandó construir a orillas del río Yamuna en honor de su esposa Mumtaz Mahal, quien murió al dar a luz a su décimo cuarto hijo. ¿Qué podría escribir acerca del Taj Mahal que no esté escrito ya? Nada, sería sólo transcribir; lo que sí puedo es intentar transmitirles en estas líneas la experiencia de estar frente a él.
Todo comienza al llegar al estacionamiento, que no es tan cercano a la entrada; a ésta te acercas a pie, en tuk-tuk o en un carrito eléctrico como los que hay en los campos de golf. Una vez que pasas los controles de seguridad y entregas tu boleto de entrada, recorres una serie de arcos que llevan al darwaza, edificio monumental construido en arenisca roja que es la entrada principal para acceder al Taj Mahal, el cual hasta allí aún logramos visualizar.
Nuestro guía, Gary Singh (un sikh), nos cuenta la historia y detalles del complejo de edificaciones que comprenden el Taj Mahal; nos indica que ya pasaremos, pero antes, nos invita a dirigir la mirada al piso y caminar así hasta cruzar la gran puerta, levantando la vista hasta que él nos lo indique. Así lo hacemos, y lo que sucede a continuación es muy difícil de describir con palabras; no importan los cientos o miles de visitantes que están allí, el encuentro es personal. Eres tú y el Taj Mahal. No lo percibimos, pero nuestro rostro denota asombro en su máxima expresión; es casi imposible contener las lágrimas (tal vez sea el síndrome de Stendhal). Un momento después (para algunos más largo que para otros), viene una extraña pero reconfortante calma; ya no hay prisa, no hay ansiedad, sólo te quedas mirando el edificio y te tomas tu tiempo, vale la pena (después de todo, habías esperado toda la vida este momento, ¿no?). Avanzas, recorres los jardines, elijes las mejores postales, visitas el interior, lo tocas, miras el entorno; todo transcurre mientras sigues asimilando que estás allí. No sé con exactitud cuánto tiempo nos quedamos allí, pero al caminar hacia la salida, es inevitable voltear atrás y pensar que un día volverás.
Cambiando percepciones
Al igual que en México, los grandes palacios y monumentos históricos de la India no son más grandes que su gente y la riqueza de su cultura. El Taj Mahal no es más bello que la sonrisa de los niños y las miradas de los ancianos que vi; para mí, la India mágica que descubrí está en su gente. Comprobé que todo lo “malo” que había escuchado de ella es verdad, pero lo bueno que también había oído se quedó corto, ya que es mil veces mejor.
Vuelvo a mi ciudad, con mi familia a donde pertenezco, después de un viaje inolvidable, acompañado de personas igualmente extraordinarias. Había escuchado que la India podía cambiar a las personas; en mi caso no lo hizo, soy el mismo, pero sí cambió mi percepción sobre muchas cosas. Me ha enriquecido sin duda, y está en mí aprovechar esa experiencia. Gracias Lucy.
Un mensaje que me dejó más que sus maravillas de monumentos, es la humanidad que tiene cada persona, que a pesar de sus condiciones de vida siempre tienen una sonrisa, el ayudarse incondicionalmente, el agradecimiento que tienen a su dios por darles un día más de vida, por el anochecer que les da. Más que todas las riquezas del mundo, es la gratitud que tienen de servir, y lo que hay en su corazón, que bueno o malo, es agradecer.
-Lorena Solorzano Barajas,
ejecutiva ventas Leonarwill Matriz
I
India, un destino impresionante, cumplí un sueño, me maravillé al ver el Taj Mahal, superó mi expectativa, místico, espiritual, lleno de colorido con sus bellos palacios y grandes historias con personajes que han dejado huella como Gandhi, recomendable al 100.
-María de Lourdes Rentería Castillo,
gerente sucursal Leonarwill Las Águilas